A su llegada a las puertas del Teatro Calderón, pocos minutos antes de las siete, Imanol desfiló por la alfombra roja aclamado por los presentes, que pedían autógrafos y fotografías. El actor, que no dudó en complacer a su público, se mostró también muy afectuoso con el director de la Seminci, Javier Angulo, y con el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva.

Tan solo unos minutos antes habían pasado por esta alfombra sus maestros de ceremonias, Irene Visedo y Emilio Aragón, con los que posó en el photocall para satisfacer a la prensa que quería inmortalizar el momento. Antes de ellos desfilaron también los representantes del corto «El corredor» y de la película «El arca de Noé», proyectada al finalizar la ceremonia de entrega.

En la gala, presentada por Melina Matthews, Irene Visedo no dudó en felicitar a Imanol, a la vez que reconocía que durante toda su vida sería «la hija pródiga de Imanol Arias”. Y es que aseguró que compartir escena con él la exitosa serie de Televisión Española fue una de las mejores cosas que le han pasado.

Emilio Aragón, por su parte, también quiso recordar sus mejores momentos con el actor, Manu para los amigos y como se refirió a él durante la ceremonia, y comentó la importancia que tuvo para él poder contar con el intérprete en «Pájaros de papel». También quiso destacar su gran inteligencia emocional y su faceta más comprometida como embajador de ONG’s.

Como homenaje, durante la gala se proyectó un vídeo en el que, además de repasar su carrera, su compañero de escena, Juan Echanove, le dedicó unas emotivas. «Probablemente yo sea una de las personas que más se alegra de este reconocimiento”, afirmó, y es que procede de un festival «muy importante” para ellos.

El último en salir a escena fue el propio Imanol, que recogía su Espiga visiblemente emocionado. «Esta noche me habéis matado, es un premio muy grande y además en mi tierra”, afirmó. «Me comprometo a que en los próximos 20 años voy a merecerme este premio, porque aún no me lo merezco. Me habéis dado el premio demasiado pronto”, añadió a la vez que prometía «no estancarse” y seguir mejorando como actor.

Tras agradecer a la Seminci su reconocimiento y comentar, en tono jocoso, que en unos años quizás pudiese competir por el premio al mejor secundario, pidió perdón entre risas por vestirse demasiado elegante, «he venido vestido como para un nobel”, «todo me parecía poco” comentó, ganándose el aplauso de los espectadores.

Casi al final de la gala, su amiga Maribel Verdú, a la que él mismo entregó la Espiga de Oro en la Seminci, quiso mandarle un mensaje en el que, además de darle la enhorabuena, pedía que algún director les juntase en un próximo trabajo.