«La elección es casi por defecto profesional del guionista. Andrés Duprat es curador y comisario de arte, por lo que es muy conocedor de este mundo, pero siempre tratamos de usarlo como geografía. No hemos hecho una película sobre el mundo del arte, sino sobre la amistad», ha afirmado el cineasta sobre su hermano.

Guillermo Francella, que interpreta a Arturo, el galerista amigo de Renzo, el otro protagonista, ha comentado al respecto que la historia podía haberse situado en cualquier otro ámbito, desde la abogacía al deporte: «Hay preguntas que son universales. ¿Qué pasa con alguien que es brillante, tuvo un gran momento de gloria y ahora no quiere modernizarse y acaba relegado? Es un tema muy actual en el mundo de la tecnología y las redes».

La peculiaridad del mundo del arte es que a veces sí que hay que morir para ser famoso, o que en su sofisticación pone en marcha su maquinaria de transformación. Como afirmaba Andrés Duprat, «puede ocurrir que algo que en otro ámbito sería reprobable, el mundo del arte lo incorpora para darle más valor». Así, una actuación que puede considerarse una estafa mayúscula deviene en una creativa y perfecta performance. «El accidente de la obra de Banksy estaba más preparado que nuestra película», ha apostillado el guionista en alusión a la acción con la que el artista urbano destruyó su obra nada más venderla en una puja millonaria, ante los ojos de la compradora. La treta, en realidad, la inventó Renzo, que le disparó tres tiros a uno de sus cuadros para responder a los requerimientos de modernización de su galerista.

«El arte es un fraude», dice en un momento del filme Renzo. Gastón Duprat se pronunció al respecto poco antes de llegar al festival: «Lo dice el personaje, no el director de la película. Es más bien una frase provocadora en boca del personaje del pintor, que se la pasa diciendo ideas extremas y perturbadoras, muchas veces solo para molestar; personalmente no suscribo a esa idea». Y es que el filme no contempla exclusivamente la visión del director. Como ha explicado el realizador, «tenemos una forma muy horizontal de trabajar, por lo que incorporamos muchísimas notas que proceden de otros miembros del equipo».

Esa metodología les ha permitido separar por primera vez los papeles de Mariano Cohn y Gastón Duprat, habitualmente codirectores en todos sus proyectos. Según Gastón, «esa forma de trabajar hace que la película esté muy preparada antes y que el director casi solo tenga que ejecutar todo lo planificado antes». Cohn, que ha ejercido en esta ocasión productor, ha apostillado: «Mi labor aquí ha sido más de facilitador que de poner límites, que es la imagen que habitualmente se tiene de los productores». Al respecto, Gastón había mostrado ya su conformidad sobre la experiencia: 2Ha sido excelente, muy cómoda; Mariano ha allanado el camino como para que yo pueda dirigir sin ningún sobresalto y con todo lo necesario, y más también».

En cambio, en su próxima película será Mariano Cohn quien ejerza de director y Duprat, de productor. ¿Por qué ese intercambio? «Teníamos dos proyectos en mente y decidimos, para ganar tiempo, dividirnos la dirección, de manera que cada uno hiciera de productor en la que dirigía el otro», ha explicado Cohn. El nuevo filme ya tiene título, 24×4″, y su director ha avanzado algunos planes: «El año que viene nos tendrán aquí presentando este nuevo proyecto, solo que yo estaré sentado donde ahora está Gastón».

La Seminci, que premió con la siga de Plata «El ciudadano ilustre» en 2016, es un festival en el que ambos directores se sienten cómodos, tal como afirmaba Gastón Duprat días antes de llegar, inquirido sobre sus expectativas en Valladolid: «Las mejores. Es un festival que nos gusta mucho, con una programación excelente, de gran nivel y muy amplia. Así que para nosotros estar de nuevo aquí es un orgullo. Fue una alegría cuando nos comunicaron que el estreno español de nuestra película sería en este festival tan prestigioso».