LA PELÍCULA SE HA PRESENTADO ESTE DOMINGO EN EL FESTIVAL DE CANNES, FUERA DE COMPETICIÓN

El 17 de mayo, en Cannes, ha sido el «Día A». A de Alejandro Amenábar. Y A de «Ágora», su segunda película en lengua inglesa (tras la multipremiada «Los otros»), y casi cinco años después de la multipremiada «Mar adentro», Oscar de Hollywood).

A los 37 años casi recién cumplidos, Amenábar estrenó en Cannes la ambiciosa «Ágora» recibiendo el beneplácito de la prensa cinematográfica (largo aplauso en la sesión para la prensa) y luciéndose en la alfombra roja junto a su maravillosa protagonista, la oscarizada actriz britanica Rachel Weisz («El jardinero fiel»). La deslumbrante dama no dio sintomas de cansancio, tras una noche de farra en la Costa Azul junto al infatigable Quentin Tarantino y Mick Jagger. Amenábar protagonizó un temprano desayuno con un reducido grupo de periodistas españoles en la playa del exclusivo hotel Majestic. Y pese a la dimensión de su más grande película (50 millones de euros de presupuesto) confesó que ha sido su rodaje «mas fácil, divertido y nada traumático». Coescrita con Mateo Gil, «Ágora» viaja en los oceános del tiempo hasta la gloriosa Alejandría del siglo IV, donde la dorada civilización greco-egipcia vive sus años agónicos. Todo gira en torno a una astrónoma y filósofa, Hypethia (Rachel Weisz, que fuera Isabel La Catolica para su compañero Darren Aronofsky en «El manantial»), profesora en la Gran Biblioteca de Orestes y su esclavo Davus, los dos hombres que definen su vida. La posterior rivalidad de Orestes y Davus trae ecos de la de Messala y Ben Hur, sin el componente homoerótico ni la carrera de cuádrigas. Como elemento irreverente, el hecho de que los primeros cristianos no comparecen como los habituales mártires sino como crueles perseguidores, inquisidores, codiciosos y criminales. «De perseguidos, se convirtieron en perseguidores. Fue en el final de la Edad Antigua y el comienzo de la Media.» Acerca de la heroína: «Es un personaje muy religioso. La veo como a Jesús, hablanndo de la tolerancia, de la piedad y la caridad, que constituye la esencia del cristianismo. Cuando la piedad, la caridad y la tolerancia se mezclan con el poder y la política, se convierte en algo feo y espantoso». Amenábar se avino a reconocer un vínculo entre esta historia ubicada en la antiguedad y nuestros días: «en un mundo en crisis como el de ahora, vemos como hasta la sociedad mas evolucionada y con un enorme grado de desarrollo, puede desintegrarse».Hay en «Agora» también, algo de cuento cautelar: «la Historia va en círculos y a veces caemos en «loops». Pero, soy optimista de natural y no creo que regresemos a la oscuridad de la Edad Media». Sobre el título, aclaro: «el agora es nuestro planeta». El film ha a sido rodado íntegramente en inglés, una vez que descartó hacerlo en kopto, griego y latín: «el inglés es el latín de nuestros dias». Alejandro de Alejandría se acerca a su película con frialdad: «no tengo todavía la suficiente distancia. Nunca veo mis películas con placer. Lo único que me puede ocurrir es que si no me emociona, es cuando me decepciona. Estoy deseando verla en la sala con el público».
Amenábar estudió concienzudamente a Einstein, Keppler, Galileo y Copérnico para erigir una colosal historia «que va desde una hormiga, a una mujer, a un planeta y al universo. Los 50 miillones han servido para que esta aventura se pueda ver en una pantalla». Amenábar confiesa que pese a su vocación comercial, se trata de «une pelicula muy personal e intima, con un muy alto grado de intimidad». Estuvo tentado de realizarla aceptando varias propuestas recibidas desde Hollywood, pero con la financiación ofrecida por la cadena televisiva Telecinco «he podido rodar con la mayor de las libertades. Si la hubiera hecho en Hollywood, mi mayor batalla habria ido hacia la defensa de mi visión. No he recibido presion ninguna, sino una discreta compania».