El teatro Alfil de Madrid recupera una feliz versión de «El vampiro de la calle Claudio Coello”, de Juan Ignacio Luca de Tena y Luis Escobar

Juan Ignacio Luca de Tena y Luis Escobar escribieron en 1949 «El vampiro de la calle Claudio Coello”, una obra sobre la represión sexual femenina durante el franquismo. El texto lo ha recuperado ahora una sobrina de Luis Escobar y se ha reestrenado en el teatro Alfil de Madrid, con adaptación de Nacho Marraco, en un divertido montaje en el que las mujeres, en lugar de temer al vampiro, se lanzan a por él en una suerte de devórame otra vez que incluso anula la poderosa voz de la señora Francis.

«El vampiro de la calle Claudio Coello” tiene gracia, una excelente interpretación, sabor a viejo Madrid/madriles, y connotaciones de teatro antiguo pero bien entendido, sin olor a naftalina. Un locutor interrumpe la emisión radiofónica del programa de la «La señora Francis” para advertir de que un extraño vampiro ha atacado a una joven vendedora de castañas en la calle Claudio Coello, y aconseja que ninguna mujer salga de su casa en las noches de luna llena después de la caída de la tarde. Pero días después volverá a informar con frustración de que las mujeres se han echado masivamente a la calle por la noche sin miedo al vampiro. No hay temor: Hay deseo.

En la pensión en la que se desarrolla la acción, las cuatro mujeres lucirán con orgullo y desmadre un pañuelo en el cuello tras ser felizmente vampirizadas por el personaje que encarna de manera extraordinaria Luis Callejo, en una interpretación cómica y sin estridencias, nada exagerada. Ninguna enferma con el amor al primer mordisco. Todas quieren más. Y más. De los recatados moños pasan al melenón suelto, del luto al vestido rojo. Del crónico aburrimiento a noches de jadeos y pasión interminable. Como transfondo de la obra, naturalmente, está el amor, que finalmente es lo que triunfa, pero sin las ñoñerías del teatro y del cine de la época, sino también a mordiscos.

Magnífica la interpretación de Nazaret Jiménez Aragón en su papel de actricilla sin suerte, tímida. Muy bien, ya está dicho, Luis Callejo, el vampiro: Y en general todo el reparto. Con inclinación hacia el teatro del absurdo que se hacía en aquella época, y que estaba por encima del gusto del público y, por supuesto, de los críticos. Todo apunta a que «El vampiro de la calle Claudio Coello” tendrá un largo recorrido. Tal como éramos.