«Félix y Meira”, un romance casi imposible en una comunidad ultraortodoxa judía

La complicada vida de pareja, con sus amores y desamores, sus encuentros y rupturas han marcado como común denominador la jornada del miércoles en el Festival de San Sebastián. La película más destacada ha sido la canadiense «Félix y Meira”, de Maxime Giroux, con Martin Bubreuil, Hadas Yaron y Luzer Twersky en el reparto.

La acción de «Félix y Meira» se desarrolla entre los miembros de una comunidad de judíos ultraortodoxos jasídicos (que no pueden escuchar música, dibujar, visten de negro, llevsan tirabuzones y solo se relacionan entre ellos) de una gran ciudad americana. Una joven casada y con un bebé de pocos meses se siente asfixiada en este ambiente. Su marido no le permite dibujar, su gran pasión, ni escuchar discos de música no religiosa. Un día, por casualidad, conoce a un hombre solitario, que acaba de perder a su padre, que no sigue las reglas jasídicas. Poco a poco va intimando y se enamora de él, sobre todo porque este hombre es la puerta hacía su libertad. Pero el marido de la mujer descubre los encuentros y le plantea un dilema: o el bebé o el desconocido.

El romance del día lo ha puesto «Féliz y Meira”, película que no es una historia nada original, que el cine ya nos ha contado varias veces, y el desenlace desmerece mucho del resto de la trama. Pero la mirada a los personajes está bien trazado y busca entender las posiciones de todos los personajes.

Los desamores y las rupturas están en la argentina «Aire libre”, película por debajo de lo mínimo exigible, que ha obtenido los primeros silbidos de esta 62 edición del certamen donostiarra. Está dirigida Anahí Bernerí y protagonizada por Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid. La película refleja de forma casi imperceptible el camino de desintegración de una pareja. Aparentemente se muestran situaciones en las que no pasa nada, que no desembocan en nada, salvo mostrar milímetro a milímetro la ruptura de una pareja con un niño de pocos años, que está rehabilitando una casa en la que van a vivir. Al final la casa está tan en ruinas como su matrimonio.

«Edén”, de la francesa Mia Hansen-Love es un homenaje a la música disco de los 90, y a los dj’s . El filme sigue a uno de estos dj’s que se afianza como estrella en la excitante vida nocturna parisina dominada por la música electrónica. Está protagonizada por Felix De Givry, Pauline Etienne y Vincent Macaigne, y muestra los pasos de la generación del «French Touch” desde 1992 hasta hoy, una generación que todavía hoy goza de un insólito éxito internacional gracias a DJs como Daft Punk, Dimitri de Paris y Cassius. Es una película dedicada a los amantes de la música disco, cuyo único atractivo es el retrato que hace de los ambientes nocturnos de los sonidos electrónicos.

La película más entrañable de la jornada se ha visto en Zabaltegi, un documental sobre aquella mítica visita que realizó hace 25 años Bette Davis al certamen para recoger el Premio Donostia: «El último adiós de Bette Davis”, dirigido por Pedro González Bermúdez que recoge lo que fue aquella visita que dejó una huella inolvidable en San Sebastián, ciudad de la que salió para ir a morir en París una semana después. La película cuenta con numerosos testimonios que recogen desde diferentes perspectivas lo que fue la estancia de la última gran diva de Hollywood en Donosti: Diego Galán, por entonces director del festival, Jaime Azpilicueta, responsable de las galas en las que apareció Davis, la secretaria de la actriz, que la acompañó en su viaje, y hoy una de las herederas de su legado, y numerosos periodistas que vivieron aquellos días. Todo ello complementado con las imágenes que la propia Bette Davis dejó en la retina de los donostiarras, cuando recibió el Premio Donosti, o cuando entregó la Cocha de Oro al director Andrei Konchalovski, que se arrodilló ante ella.