Por primera vez este galardón recae en una mujer y en el gremio de peluquería

La peluquera Antoñita, viuda de Ruíz, recibirá el Premio Segundo de Chomón, galardón que la Academia concede cada año como reconocimiento a empresas o personas cuyas aportaciones técnicas contribuyen al desarrollo de la industria cinematográfica. Jefa de peluquería del Teatro Español, esta profesional de 85 años que lleva desde los catorce entre pelucas, barbas y apliques para caballero es la primera mujer en quien recae este galardón.

El 22 de marzo Antoñita, sin apellidos –su mayor orgullo es ser la viuda de Julián Ruíz, toda una institución en el mundo del teatro y el cine– recogerá el premio a las 20:00 horas, en la Academia. Aún en activo, Antoñita asegura: «No estoy cansada ni de mi oficio ni de tratar con los actores”.
Grandes estrellas del celuloide y del escenario nacionales e internacionales han pasado por las manos de esta entrañable y menuda profesional con setenta años en el oficio. Sin pensar en la jubilación, Antoñita ha medido las cabezas de Ava Gardner, Sofia Loren, Romy Schneider, Concha Velasco, Blanca Portillo, Ana Belén, Verónica Forqué, sir Alec Guiness, Charlton Heston, Peter Ustinov, Fernando Fernán-Gómez, José Sacristán… Una lista larga como el número de películas y obras de teatro en las que ha trabajado: «Los santos inocentes», «La escopeta nacional», «Los lunes al sol», «Solas», «El perro del hortelano», «Tirante El Blanco» o «Los otros».
Los hermanos Alfredo y Andrés Vallés, Juan Mariné, Emilio Ruíz del Río, la familia Valero, Luis Castro, Julián Martín, Josep A.Esteve Torres, Santiago Gordo, Ricardo Navarrete y a la empresa madrileña Next Limit Technologies (Víctor González e Ignacio Vargas) ya tienen este trofeo cuyo nombre recuerda a uno de los pioneros del cine español.
Segundo de Chomón (Teruel 1871-París 1929), fue uno de los grandes pioneros del cine fantástico y de animación, resposable de pelícutas tan míticas del inicio del fantástico como «El hotel eléctrico». Sus trucajes e ilusiones ópticas aparecieron en superproducciones europeas y exploró las posibilidades del stop motion. Dirigió cortos y trabajó para la productora más importante del mundo a principios de siglo, La Phaté Fréres. El turolense estuvo durante mucho tiempo a la órdenes de Mélies coloreando las películas a mano.