LA ÚLTIMA DE LAS TRAGEDIAS RURALES DE FEDERICO GARCÍA LORCA REGRESA CON UN MONTAJE DIRIGIDO POR IRINA KOUBERSKAYA Y HUGO PÉREZ DE LA PICA

«La casa de Bernarda Alba» vuelve al escenario del teatro Español de Madrid hasta el 30 de marzo con una producción de la sala Tribueñe dirigida por Irina Kouberskaya y Hugo Pérez de la Pica. La tiránica Bernarda vuelve a someter a sus cinco hijas tras enviudar de su segundo marido.

Irina Kouberskaya y Hugo Pérez de la Pica dirigen «La casa de Bernarda Alba», la última de las tragedias rurales de Federico García Lorca. La obra cuenta la historia de Bernarda Alba que, tras haber enviudado por segunda vez a los 60 años, decide vivir los próximos ocho años en el luto más riguroso. Sus cinco hijas se tornan víctimas de la rigidez inquisitoria de la madre y se ven encadenadas a la casa familiar.
«En una de nuestras conversaciones Hugo me dijo «las palabras de Federico están enamoradas unas de otras». En este enjambre de almas lorquianas, todos los personajes a pesar de su calvario se sostienen por un lenguaje tan intimista como potente que les redime a todos bajo el ala de encaje de la mariposa de su mortaja», desvela Pérez de la Pica.

«A los dos, completamente enamorados de la obra, a la vez que abochornados del asunto humano que describe, que no dista tanto de lo que avergüenza por momentos el devenir actual del ser, nos embargó una misma duda qué aportar a algo tan fraguado y cimentado. Pues bien hemos escarbado y hasta aquí hemos llegado», añade Irina Kouberskaya.

El reparto está está encabezado por Carmen de la Pica como Bernarda; Chelo Vivares como La Poncia y la propia Irina Kouberskaya como María Josefa. Completan el reparto Badía Albayati, Natalia de Azcárate, Alejandra Navarro, Matilde Juárez, Rocío Osuna, Irene Polo, Pastora Prada, María Luisa García Budi y Enriqueta Sancho.

«Sin este reparto hubiera sido imposible esta función, cada una de nuestras actrices enciende su llama y expone su temperamento consciente en favor de la poesía última. Cada vez que se representa la casa de Bernarda alba ocurre el mismo milagro, la obra se sujeta en sí misma, el texto fluye, funciona, se sujeta en el aire y nos tiene en vilo como si no conociéramos la obra. Eterna en el repertorio, pero, ¿qué hay bajo esa aparente fluidez, bajo ese naturalismo costumbrista que parece, que lo sientes y masticas a la vez? Creo que es un mismo, exacto, finísimo e infinito intento de Federico por quitarnos la venda, una aglomeración de negro que ilumina para lanzarnos a la cara la mentira que bien nos encargamos de afianzar a cada instante, para, después si estamos atentos, intuir la color verdadera de la tez del sino” concluye Hugo Pérez de la Pica.