La obra «Hitchock-La comedia” se representa en el Teatro Club Soho, de Madrid

«Hitchock-La comedia” es un divertimento teatral que homenajea al maestro del suspense y, sobre todo, a la profesión de actor. Que reivindica la imaginación y la constancia. Un enorme ejercicio actoral. La obra se representa en el Teatro Soho de Madrid.

«Hitchock-La comedia” es, sobre todo, un ejercicio interpretativo de primer orden. Y un espectáculo lleno de buena voluntad por parte de sus intérpretes, Jordi Ríos y Mónica Pérez, autora también del libreto. Y se trata de un homenaje al cine, que toma a Alfred Hitchock como referencia e fuente de inspiración. Porque uno de los mayores logros de la obra está en ese Hitchock que aparece en una pantalla ubicada al fondo del escenario, acertadamente interpretado por Jordi Ríos, que da consejos al protagonista de la obra, trabajador de la limpieza de un cine, sobre cómo rodar un cortometraje. Un Hitchock que habla como el Alfred en blanco y negro que aparecía irónico y genial antes de los inolvidables capítulos televisivos de «La hora de Alfred Hitchock”. Y la obra está llena de referencias a personajes de películas del maestro del suspense, como «Atrapa a un ladrón”, «39 escalones”, «Psicosis” o «Los pájaros”. Mónica Pérez, naturalmente, luce de rubia, como las protagonistas de las películas de ‘Hitchock’, que en cierta ocasión afirmó: «Las rubias son menos pecado”.

Estamos ante una comedia disparatada y desatada, con permanentes referencias a un asesino en serie que anda suelto, que sirve para que los dos intérpretes, rostros conocidos por sus trabajos en series televisivas, recurran a sus registros como actores e incluso en alguna ocasión incluso empleen la técnica del clown. Mónica Pérez tiene vis cómica y se dirige con soltura al público hasta conseguir la complicidad de la platea. El texto lleva las situaciones permanentemente hasta el extremo. «Coja usted la puerta y váyase”, exclama en un momento determinado el personaje de Mónica Pérez, y el de Jordi Ríos agarra, efectivamente, una puerta y se la lleva.

La obra es un divertimento con la leyenda de Alfred Hitchock como fondo. Quizás al conjunto del espectáculo le falte una poda. Pero globalmente resulta divertido, ya está dicho. Y reivindica a sus protagonistas como actores. El texto es de una inocencia graciosa. Y hay un entrañable guiño a los profesionales del cine y del teatro. El espectador, en definitiva, está asistiendo al nacimiento de una película. La obra destila un gran amor hacia la interpretación. Y cierta melancolía en blanco y negro.