CON LA GRACIA QUE LO CARACTERIZÓ DURANTE TODA SU VIDA COMO MIEMBRO DE LA PAREJA «MARTES Y TRECE”, VUELVE el CÓMICO SIN LA EMPANADILLA DE ENCARNA PERO CON LA DIVERSIÓN DE SIEMPRE

Los artistas como los periodistas y tantos profesionales, lo son durante toda su vida. Y por mucha fama que conquisten y por mucho dinero que ganen, siguen necesitando el contacto con el público, la emoción del directo, esa inmensurable gratificación de sentir las risas y el aplauso.

Este espectáculo es la continuación de otro que se llamó «Yo me subí a un piano verde”, que presentó en el 2008 y paseó por gran parte de España. El esquema es sencillo: un piano, un ayudante en escena y Millán en todo su esplendor, contando cosas de siempre, cosas nuevas y una vez más, dejando caer alguna gota de nostalgia tamizada a través del humor.
Millán juega con ventaja: lo sigue un público entregado que se ríe con todos sus guiños, sus frases inventadas, sus neologismos, sus retruécanos, sus muecas, sus mohines y sus recursos que tantas veces hemos visto en televisión o en vídeo, porque fuimos muchos los que grabamos sus famosos programas de fin de año, para divertirnos una y otra vez.
Millán se ayuda con imágenes, sombras, vídeos y con todo ello, pasa revista a la actualidad sin acritud, recuerda algunos viejos chistes, hace bromas y comentarios y sobre todo no se mete en política, o al menos, lo hace tangencialmente, sin agresividad y con una mirada mordaz sobre algunas situaciones recientes, como la famosa cacería del Rey.
Un espectáculo fácil, alegre, divertido, desengrasante, que deja un buen sabor de boca y que seguramente contará con el mismo público si hay una tercera entrega. El monólogo permanecetá en es escenario del Teatro La Latina de Madrid hasta el 3 de febrero.