«EL SOPLÓN», UNA INESPERADA COMEDIA DE STEVE SODERBERGH

Este nativo de Paisley nacido en 1969 fue sólo observado por una multimillonaria audiencia cuando se estreno la fantasia homosexual «300», que recaudó unos asombrosos 280 millones de dolares y le encumbro. Aunque su jeta aparecía tras una tupida barba y su torso había sido cincelado a base de efectos digitales, su rey Leónidas le sirvió en bandeja proyectos con los que jamás se hubiera atrevido a soñar.
Lo cierto es que en las románticas «P.S.: I Love You» (junto a Hilary Swank) y «The Ugly Truth»; con Katherine Heigl, naufragaron a mayor velocidad que el Titnic. Su último engendro es «Gamer», presentado ayer en la competicion del Festival de Cine Americano de Deauville. Para no aburrir, constatar que se trata de una película de la que lo más recomendable es huir. Todo lo contrario le ocurre a «El soplón» («The informant»), una nueva colaboración de Steve Soderbergh con Damon tras las tres entregas de «Ocean`s Eleven». Ahora, Soderbergh se ha basado en un personaje (Mark Whitacre) e historia reales tan disparatados como truculentas: la de un ejecutivo corrupto de una empresa agro-alimentaria que mantuvo con sus mentiras en jaque al FBI y a su empresa durante cinco años. Mientas inventaba una mentira tras otra y se convertía en espia para el FBI, amasó con fraudes una fortuna de 12 millones de dólares. «El soplón» es una inesperada comedia de Steve Soderbergh tras sus dos filmes sobre el «Che». Las risas las provoca una voz en off del protagonista (un inmenso Damon, con kilos de más, bigotón y peluca excesiva), un tipo de cultureta de Reader’s Digest, apasionado de detalles nimios y en posesión de una personalidad bipolar que le lleva a mentir sobre la nunca existente muerte de sus padres y su falsa adopción), un mentiroso compulsivo que nunca sabe cuando frenar en su huida hacia adelante. A los hilarantes chistes sobre alemanes se une una muy traviesa música de Marvin Hamlisch y los créditos que localizan la acción (Hawaii, París, Alemania, un restaurante chino, un jardín de Illinois). Finalmente y como de costumbre, Soderbergh se ha hecho cargo de la dirección de fotografía con su seudónimo habitual -Peter Andrews- y muestra particularmente su fascinación por la cámara digital Red Cam, logrando una luz natural para esta mezcla de crimen corporativo y desorden mental.