«Que nadie se mueva” es una explosiva comedia sobre la actualidad política de España

«Que nadie se mueva”, de Jon Plazaola, tiene dinamita por debajo de las risas que provoca entre el público. Se estrenó el viernes tres de enero en los teatros Luchana, de Madrid, entre una prolongada ovación, y allí permanecerá hasta marzo. «España ha muerto”, anuncia una de las protagonistas.

Que nadie se mueva” es una comedia llena de inteligencia, con diálogos imaginativos, situaciones insólitas, momentos inesperados, excelentes intérpretes, y con el indiscutible pero no único objetivo de provocar la risa del público, porque el subsuelo de la obra está cargado de dinamita. Entre las risas y el placer que provocan unos actores en estado de gracia, Jon Plazaola, el veterano Agustín Jiménez, Elena Lombao –que recubre de sutil comicidad su personaje- , y Sara Gómez –joven y hermosa y ya con una brillante y luminosa trayectoria como actriz-, entre esas risas, decíamos, los espectadores reciben un mensaje de enorme calado: La España del Caso Nós, de los Gurtel, del artículo 155, de la evasión de capitales, está muerta, la han matado, «España ha muerto” –anunciará una de las protagonistas-, y todo ello da paso a un nuevo estado –con minúsculas- en el que impera la música, los torsos desnudos, el baile, el jolgorio y la bandera arcoíris –que sustituye a las otras banderas-. Esta función, en definitiva, parece un ensayo concebido por un filósofo en lúcido estado de embriaguez y con la lívido desatada. Porque la obra no concluye con los aplausos, que fueron muy prolongados la noche del estreno, sino que está dirigida a perdurar en el pensamiento del espectador.

Un hombre aparece muerto bocabajo en el teatro. Llega una policía nacional novata, que se llama Manuela Marchena. Y una agente de la Guardia Civil, cuyo nombre es Benemérita Primo de Rivera Franco y Abascal. Y un ertzaintza, Endika. Y también un integrante de los Mossos de Escuadra, que dice llamarse Pep Llorèns, aunque posteriormente se descubrirá que se denomina José Llorente, que es extremeño y descendiente de una familia de guardias civiles. Todos investigan. Y dejan caer frases como: «¿Os imagináis una España gobernada por Podemos?”. O la que Benemérita dirige al Mosso: «Bien por vuestras ideas propias, bien por vuestro derecho a decidir, pero aquí estamos en una comunidad”. Y dirá el ertzaintza: «Yo utilicé muchas veces ese detergente para borrar las huellas de los zulos mientras les decía: Corred, corred hacia la frontera”. Para añadir luego, algo asustado: «¿Estoy diciendo en voz alta lo que pienso?”.

Estamos, pues, ante una comedia canalla y divertida. Con explosivos conceptuales de efecto retardado. Y adosada como una bomba lapa literaria a la triste actualidad política del país.