Una continuación de la historia de la peculiar niñera en su relación con la familia Banks

Julie Andrews fue Mary Poppins Cualquiera que haya visto la reciente «Al encuentro de Mr. Banks» se imaginará cómo se debe estar revolviendo en su tumba la escritora Pamela Lyndon Travers (P.L. Travers) al saber que Disney tiene entre manos una secuela para su clásico infantil «Mary Poppins», que han encargado a Rob Marshall, tras su convincente -al menos en términos comerciales- trabajo para la casa en «En el bosque».

Entertainment Weekly avanzó la noticia de la puesta en marcha del proyecto, que sigue la estela de la creación de sagas, remakes, reboots, traslaciones de la animación a la imagen real, etc… de los clásicos del estudio.

Se supone que esta vez será una continuación de la historia de la peculiar niñera Mary, en su relación con la familia Banks, en el Londres del siglo pasado, sólo que dos décadas más tarde de lo acaecido en el libro infantil y la película de 1964, que protagonizaron Julie Andrews y Dick Van Dyke, y ganó cinco Oscars, entre ellos el de mejor película, director (Robert Stevenson) y actriz para Andrews.

Como vimos en «Al encuentro de Mr. Banks», no fueron fáciles las negociaciones entre la autora australiana Pamela Lyndon Travers y Walt Disney para que la primera cediera al segundo los derechos cinematográficos de su libro infantil, el favorito de la hija del popular animador y empresario. La escritora era una negociante correosa, pero tenía un punto débil que al final resultó decisivo: necesitaba el dinero que Disney le ofrecía. Por ello le dieron largas en su punto más recalcitrante: no quería dibujos animados dentro de la película. Tampoco quiso al principio canciones, pero esa batalla la perdió pronto.

Vender su alma, no obstante, tuvo sus compensaciones, ya que el contrato estipulaba que recibiría el 5% de todos los ingresos generados por la película, que en su primera distribución en 1964 ganó 146 millones de dólares (y tuvo al menos dos reestrenos en salas y diferentes ediciones en formatos domesticos) odió el film, tanto por sus escenas animadas -que consideró una directa traición a su acuerdo- como por la «ñoñería» en que habían convertido su fantasiosa historia. Sin embargo, nunca se atrevió a querellarse contra Disney, aunque sí se negó en redondo a venderle ningún otro de sus libros.

Ahora se ve que sus sucesores han tenido menos remilgos y Mary Poppins volverá a volar sobre los tejados londinenses con la inestimable ayuda de un paraguas…