«Still The Water», una oda espiritual a la Tierra de la japonesa Naomi Kawase

Marion Cotillard es Sandra, una mujer que corre el riesgo de perder su trabajo como obrera. Para salvar su puesto, intenta convencer a sus colegas de que renuncien a su prima. Pero este bonus financiero está lejos de constituir un lujo para estos modestos trabajadores. El tiempo corre en su contra: solo dispone de un fin de semana para lograrlo, es decir, dos días y una noche. Su marido, Manu (interpretado por Fabrizio Rongione), representa una ayuda preciosa en esta carrera contra el reloj.

La película, que ha recibido grandes aplausos, es un drama social que guarda ciertas similitudes con «Rosetta» (1999), donde la búsqueda de un empleo por parte de una mujer joven es interpretada por Émilie Dequenne. Desde aquel entonces, la coyuntura ha evolucionado, al igual que las aspiraciones de los hermanos Dardenne. «En la crisis económica y social en la que se encuentra sumida Europa actualmente, pensamos en hacer una película sobre una persona que está a punto de ser despedida con el consentimiento de la mayoría de sus colegas», explica Luc Dardenne.

En «Dos días, una noche», la pareja de directores pone en escena a obreros sometidos a una competencia perpetua. Todos se encuentran en situaciones precarias y Sandra comprende que su petición es muy delicada. Se trata de una mujer deprimida y resignada, «una incompetente» como la define Jean-Pierre Dardenne. Para los directores, «hemos intentado explicar cómo la solidaridad que encuentra Sandra, cómo el apoyo de su marido, transformarán a esta mujer para que finalmente se diga a sí misma: «He luchado, me siento feliz».
Marion Cotillard hace gala de una interpretación naturalista que ha llevado a pensar que había mucha improvisación en su trabajo, lo que ha desmentido: «Para alcanzar este sentimiento de verdad y esta impresión de que ha sido improvisado, existe mucho trabajo. Nada se ha improvisado. Cuando comenzamos los ensayos, los Dardenne hablaban del espectador, algo que resulta muy poco común. En algunos platós, no existe siquiera el derecho a mencionarlo. Jean-Pierre y Luc hacen cine para el espectador. Tienen ganas de hacerle vivir cosas».
La segunda película en competición del martes 20 ha sido «Still The Water», una oda espiritual a la Tierra que huele a premio, de la japonesa Naomi Kawase («El bosque de luto»), que en su producción tiene una pequeña participación española. La familia, la espiritualidad y la herencia de las creencias ancestrales son preocupaciones recurrentes en la filmografía de Naomi Kawase, que ve en ellas «un vínculo vertical entre el pasado y el futuro» que une a la naturaleza.

Rodada en la isla japonesa de Amami-Oshima, de donde es originaria su familia, «Still The Water», que ha sido muy aplaudida, se inspira en una fábula que contaba la abuela de la directora. La película narra la experiencia espiritual «iniciática» de una pareja de adolescentes, encarnados en la pantalla por Jun Yoshinaga y Nijiro Murakami, que decide investigar tras la aparición de un cuerpo en alta mar. «Nuestra alma es compleja, vaga e imprevisible. Con esta historia, espero ver cómo el hombre madura al entrar en contacto con ese dios que llamamos Naturaleza», afirma la directora.
«Hace ocho años descubrí que tenía raíces en esa isla. Mi bisabuela vivió allí, era chamán. Creo que «Still the Water» es la película más lograda de mi carrera, tanto por la interpretación de los actores como desde el punto de vista técnico», ha dicho la directora en la conferencia de prensa posterior a la proyección este martes 20 de mayo. Sobre su relación con la muerte, también una constante en su cine, ha explicado: «Desde que nacemos, estamos destinados a morir. Nacemos de alguien y a nuestra vez transmitiremos la vida. En el mundo moderno, hemos olvidado este lazo con la muerte. Cuando visité la isla, descubrí que sus habitantes no tienen una relación negativa con la muerte. No hay por qué tenerle miedo. Así piensan los habitantes de la isla y mi objetivo era respetar esas ideas».
Naomi Kawase ha evocado también su relación con la naturaleza: «El cine tiene el poder de dar sentido a la realidad y de mostrar la capacidad de los personajes para fusionarse con el mundo que les rodea. Intenté traducir esta realidad, muy presente en la isla. También traté de mostrar en qué consiste la belleza de la naturaleza. Los habitantes de la isla le temen, pero a pesar de estos temores, siguen viviendo en ese medio ambiente, peligroso y conmovedor a la vez. Los dioses están muy presentes en la isla: son los chamanes y la personificación de la naturaleza».