Adquirido de su familia por 320.000 libras esterlinas, incluye 100 diarios y 1.000 cartas frecuentemente ilustradas por él con pequeñas viñetas

El 12 de julio de 1989, uno de los más grandes actores de su generación reflexionaba en su diario privado acerca del fallecimiento de otro, Sir Alec Guinness alababa el talento del difunto Sir Laurence Olivier en una prosa pluscuamperfecta, lejos del obituario de rutina.

En el texto completo, revelado ahora por vez primera dado que el archivo personal del protagonista de «El puente sobre el río Kwai» se ha abierto al ser adquirido por la Biblioteca Británica, es magnífico. En su impecable escrito breve dice: «Admiro su coraje extraordinario. Como cómico fue soberbio, técnicamente brillante, fue un gran actor».

Y añadió: «como muchas de aquellas personas a quienes su ambición les conducen a gran eminencia, tenía un poder cruel y destructivo. Además de su generosidad podía ser también desagradable e incluso vindicativo. Conscientemente o no, intentó destruir a John Gielgud, Michael Redgrave y Paul Scofield y a mí, si hubiera tenido la oportunidad. Guinness escribe también con desmesurado afecto sobre Ralph Richardson. Olivier y Guinness fueron contemporáneos habiendo nacido respectivamente en 1907 y 1914 y muchas veces coincidieron en los escenarios a lo largo de medio siglo.

Sigue: «Había algo pretencioso en él, con sus discursos públicos horrendos. Le ví por primera vez en 1935 por «Romeo y Julieta». Todos pensamos que se comportaba como el líder de un grupo de danza. Pero su Romeo fue bellísimo pero su Mercutio, vulgar». La producción fue famosa dado que Olivier y Gielgud intercambiaron ambos roles. Guinness sigue siendo inolvidable en una serie de comedias de los estudios Ealing, como «Kind Hearts and Coronets» en el que interpretó ocho diferentes personajes. Y por su larga colaboración con el director David Lean, inclyendo la magistral «El puente sobre el río Kwai», 1957, por la que ganó un Oscar.

Fue también aclamado por su espìa George Smiley a partir de John le Carre, en la adaptación televisiva de las novelas. Pero, para la generación más joven su estrellato llegó como Obi-Wan Kenoby en la trilogía original de «La guerra de las galaxias». Roly Keating, jefe ejecutivo de la Biblioteca Nacional, se ha manifestado particularmente feliz por estar obsesionado por las comedias Ealing. El archivo personal del actor, adquirido de su familia por 320.000 libras esterlinas, incluye 100 diarios y 1.000 cartas dirigidas a familiares y amigos, frecuentemente ilustradas por él con pequeñas viñetas.

En una divertida carta de 1938, el actor no encontraba a su mujer, la actriz Merula Salaman, y se pregunta en una página qué podría estar haciendo: rezando, montando a caballo o bailando desnuda sobre una mesa. En sus notas, habla al detalle de la meteorología, su presión arterial y su economía doméstica. En 1983 compra jerseys para su hijo y nieto. Apunta: «piezas italianas a 170 y 125 libras». Sus textos le revelan como un hombre profundamente supersticioso. También en 1983, a la noticia de la muerte de Richardson, escribe «me puse un abrigo gris muy pesado y noté que alguien invisible me ayudó. Sentí un temblor, la señal de la cruz en mi frente y una carcajada».
En 1944, todavía en activo como voluntario de la Marina en la reserva, escribió a su mujer que había oído un sonido extraordinario por la noche: «una siniestra voz me susurró al oído: «Mañana». No dije nada pero estaba claro que al día siguiente estaría muerto». El barco sufrió un terrible accidente, él sobrevivió.

Otra carta de 1938 registra una interpretación en la provincia antes del estreno londinense. El director Tyrone Guthrie le había elegido como Hamlet, cosa que él soñaba ya que nunca conoció a su padre y se llevó mal con su madre. Le pidió a su mujer que le comprara un libro sobre Freud por 8 peniques «que te devolveré». Guinness, en vida, publicó extractos de sus diarios: «My Name Escapes Me» y «Positively Final Appearance», pero éste es la primera vez que se hace a la luz su obra completa y admirable. La Biblioteca Británica se propone poner a la vista parte de la colección y en 2014, abrirla para estudiantes e investigadores.