DIRIGIDA POR ORIOL BROGGI Y CON PERE ARQUILLUÉ INTERPRETADO AL PROTAGONISTA, LA OBRA TRIUNFA EN EL TEATRO VALLE INCLÁN DE MADRID

El famoso «Cyrano de Bergerac» de Edmond Rostand, una de las obras más famosas del teatro universal, regresa a Madrid de la mano de Oriol Broggi y con un excepcional Pere arquillué interpretado a Cyrano, brillantemente acompañado sobre el escenario del Teatro Valle Inclán de Marta Betriú y de Bernat Quintana.

Ambientada en el París del siglo XVIII, narra la historia de un caballero de gran ingenio que, amargado por su antiestética nariz, consiente en escribirle a un amigo suyo las cartas de amor que dirige a la mujer de la que está también secretamente enamorado.
Edmond Rostand fue el más popular dramaturgo neorromántico francés. «Cyrano de Bergerac» se estrenó en 1897 en el Théâtre de la Renaissance de París con un gran éxito desde sus primeras representaciones, y ha pervivido como un clásico del teatro francés de nuestros días. La obra de Rostand se asocia con el neorromanticismo. Sus obras románticas planteaban una alternativa al teatro realista y popular que se hacía en Francia a finales del siglo XIX.
Oriol Broggi recuerda que «Cyrano de Bergerac» es, desde hace más de 25 años, uno de los referentes más intensos del teatro de nuestro país: «Recuerdo muy bien el día que fui a ver la obra al teatro, de niño, y recuerdo también haberla visto muchas veces más en la versión cinematográfica, en el vídeo de casa. El montaje de Josep Maria Flotats es una de las razones que me acercaron al mundo del teatro. En cada ensayo me planteo por qué no haber hecho este texto antes. ¿Cómo es posible que hayan pasado 28 años y nadie haya vuelto a hacerlo? Seguramente la respuesta es sencilla: la huella del montaje de Flotats fue demasiado fuerte. Es maravilloso ensayar estos grandes textos en los que en cada verso te sorprendes de cada una de las palabras. Para una compañía como la nuestra, La Perla 29, es interesante cambiar tanto de registro (acabamos de hacer «Incendis» del libanès Wajdi Mouawad) y hacer una obra de espadas, sombreros, amores, odios, engaños, guerra, humor e ingenio… es algo que apetece mucho».

«Cyrano me ha robado el corazón», prosigue el director de escena. «Es conmovedor y encantador, te engancha desde el principio y seduce. Es un hombre fuerte, ágil, inteligente, un líder. Es buena persona, agudo, atrevido, valiente, ligeramente impertinente e irónico. Consigue ofender pero a la vez atrae. Es un caballero orgulloso y coherente, un hombre íntegro que jamás aceptaría venderse. Ágil con la espada y con el verso. Un hombre total: bueno en las letras y en la batalla. Así presentado, parecería el hombre perfecto, pero no. No, la perfección no existe… y Cyrano tiene un problema. Una deformación que se concentra en su gran nariz. La jugada del autor es magnífica, porque la nariz es lo que lo hace imperfecto. Es la muestra visible de la imperfección. Cyrano está obsesionado con su nariz desproporcionada y su problema con ella se enquista en su espíritu y tiñe toda su existencia, que se vuelve por ello complicada y difícil. Sufre».

La función se puede ver en el escenario del Valle Inclán hasta el próximo 6 de enero.