La novia de Brad Pitt interpreta en «Salt» a una agente de la CIA, acusada por su propia organización de espiar a favor de Rusia

La campeona previsible de taquilla será el vehículo estelar de la novia de Brad Pitt, que en un alarde arriesgado se hirió muy publicitadamente realizando la mayoría de sus escenas de acción. Es la banal historia de una agente de la CIA, acusada por su propia organización de espiar a favor de Rusia. Llena de acción, efectos especiales, pelucas y la diva más envidiada del universo mundo, en su intento por demostrar lo contrario ante la CIA, no deja de ser una película más que ya hemos visto recientemente en manos de Harrison Ford o el ángel caído Mel Gibson, al que ya se le considera R.I.P. en Hollywood.

El documental, con un estreno restringido a salas «intelectuales» y con escasas copias es el título a seguir, pero «Farewell» es una conmovedora producción francesa, dirigida por Christian Carion a partir de la gesta heroica de un coronel del KGB cuyo nombre secreto respondió a Farewell y cuyas filtraciones del apabullante y secreto armamento nuclear soviético a Occidente propició que Reagan iniciara su «guerra de las galaxias» de defensa con misiles, que obligó a los comunistas a rendirse en la carrera por el armamento nuclear. Y a evitar una potencial II Guerra Mundial de resultados cataclísmicos.

Ví «Farewell» el pasado año en el Courmayeur Noir In Festival, en los Alpes italianos, en las impresionantes faldas del Mont Blanc. A concurso, resultó premiado su mercurial protagonista, el director, actor y músico serbio Emir Kusturica, eminente incluso en horribles pantalones de Tergal de la época. El film está basado en la novela «Bonjour Farewell», de Serguei Kostine y ciertas lagunas han sido rellenadas por testimonios de testigos de los hechos.

Aquí, Vetrov es rebautizado Sergei Grigoriev (irónicamente Oksana Grigorieva, la arribista y buscadora de amantes ricos rusa, es la que ha provocado la caída de Gibson, un feroz anticomunista), un alto miembro del KGB destinado en París. Los años galos le convierten en un francófilo y comunista desilusionado, que está presto a morir por rendir un servicio a Occidente filtrando datos top secret sobre el armamento militar ruso. Elige como correo, a su pesar, a un ingeniero francés, Pierre, empleado de una multinacional. Pierre accede renegando hasta que se da cuenta del altísimo voltaje de la información Top Secret.

Junto a Kusturica, Guillaume Cantet, Willem Dafoe y Fred Ward, irreconocible como Ronald Reagan.

En el filme, Kusturica (que fue una segunda opción, siendo la primera Nikita Mikhalkov, quizá demasiado cercano a Putin para interpretar a un traidor) es un militar de honor, un marido enamorado pero infiel, un amante apasionado, un hombre culto, un melómano y ante todo, un padre. La escena de la despedida de su hijo en el gulag de Siberia en el que va a ser fusilado no deja un ojo seco en el patio de butacas. Lo único necesario ahora, es que se estrene en nuestras pantallas. Hasta pronto, «Farewell».