El certamen ofrecerá una retrospectiva del mítico director con 40 largometrajes en las mejores copias de 35 mm.

Emitió su último ¡Corten! cuando falleció en 1986, pero su obra no ha perdido un ápice del impacto que causó cuando fue creada. El Festival Internacional de Locarno (Suiza) se propone mostrar este verano (muy cálido en las orillas del Lago Maggiore) una retrospectiva con la obra completa del maestro Preminger: cuarenta largometrajes en las mejores copias de 35 mm.

Al igual que en las anteriores retrospectivas dedicadas a Ernst Lubitsch, en 2010, y Vincent Minelli, al año siguiente, las proyecciones estarán acompañadas de debates a cargo de diversos cineastas, actores y críticos cinematográficos que acudirán hasta la villa de la Suiza italiana. El público tendrá también acceso a una mesa redonda para analizar la obra del director austro-húngaro (con permiso del maestro Berlanga), presididas por el comisario de esta sección, Carlo Chatrian.

Como de costumbre y acompañando al evento, la casa editorial Capricci en colaboración con el certamen dirigido por Olivier Père y la Cinemateca suiza con sede en Lausana, publicará un libro en francés e inglés dedicado a Preminger y su obra inmortal. Père ha comentado: «La obra de Otto Preminger comparece como la cumbre del clasicismo, por haber sido construida en perfecta armonía y un refinado sentimiento por brillantes composiciones así como por la narrativa, todo lo cual fusiona acertadamente los destinos individuales y la historia, la violencia, la fría inteligencia y la emoción, el escepticismo y el humanismo, a partes iguales».

Otto Preminger nació en Wiznitz, perteneciente a lo que quedaba del Imperio Austro-Húngaro en 1905. Estudió dirección teatral en Viena, llegando a trabajar con el legendario Max Reinhardt. Su primer largometraje lo rodó en Austria, «Die Grosse Liebe» («El gran amor») en 1931 y ya en 1934 marchó a Estados Unidos, donde comenzó a trabajar en los estudios de la 20th Century Fox, realizando en elevado número de filmes. En 1944 firmó su primera obra maestra, «Laura», un «noir» clásico que supuso el verdadero comienzo de su carrera. Esta película fue continuada por una serie de estudios de la psicología femenina muchas veces bajo la apariencia de «thrillers» detectivescos, como «El angel caído» (1945) y «Cara de ángel» (1952), así como el melodrama histórico «Por siempre Ambar» (1947), en el cual el director perfeccionó su estilo en la mise en scène y demostró su dirección virtuosa de actores.

En 1953, cansado de problemas de los estudios con la censura, decidió convertirse en su propio productor y así obtuvo el completo control sobre sus películas. Inauguró aquel período de completa libertad creativa con «La luna es azul» (1953), que fue un gran éxito. Entre 1954 y 1962, Preminger dirigió una serie ininterrumpida de obras maestras como «Río sin retorno» (1954) o «Tempestad sobre Washington» (1962), que incluyó «Bonjour Tristesse» (1958), «Anatomía de un asesinato» (1958) y «Exodo» (1960). Tras «El rapto de Bunny Lake», rodada en Londres en 1965, Preminger entró en un período de filmes de menor envergadura. En cualquier caso, pudo realizar su gran película final, «El factor humano» (1979) antes de fallecer en Nueva York en 1986.

La 65 edición del Festival Internacional de Cine de Locarno (Suiza) se celebrará del 1 al 11 de agosto próximo.