La jornada de apertura este viernes contó con una «versión del director» de «Brazil»

Ha sido una jornada de regreso al futuro. Terry Gilliam presentó ayer personalmente en la gala de apertura el directors cut de su obra maestra «Brazil», con 142 minutos remasterizados, estrenada en Deauville hace 25 años. La realizadora norteamericana Tamra Davis estrenó el documental indispensable «The radiant child», con una entrevista que ella le realizó a su amigo Jean-Michel Basquiat, poco antes de su muerte en 1986, a los 27 años.

Gilliam está en Deauville en carne mortal y divertidísimo. Luce optimismo a prueba de productores, coleta, chaquetas «pánicas» y recibió el «hommage» creyendo, dijo, «que era un frommage» (queso). Recordó que hace medio siglo, la sala quedó casi vacía a mitad de la proyección, «y ahora os teneis que quedar porque resulta que es un clásico». Preguntado por su estado de ánimo al ser homenajeado al igual que Clint Eastwood o Harrison Ford, confirmó: «lo que yo me siento es viejo».
También, en puro estilo Monty Phyton, narró que, de promoción en USA de su película «Tideland», anunció que llevaría a los tribunales a Bush hijo y Dick Cheney porque «con la injusta, ilegal e innecesaria guerra contra Irak, plagiaron mi «Brazil» y convirtieron la ficción en realidad». La sonrisa del diminuto embajador norteamericano en Francia -en el estrado junto al ciuadadano USA Gilliam- quedó claramente congelada.
Otro visionario irremplazable, el pintor mestizo jamaicano Jean-Michel Basquiat, fue el protagonista absoluto del documental «The radiant Child», primer largometraje de la multiartista Tamra Davis. La realizadora ha vencido su dolor y editado la entrevista-río que realizó a su joven amigo -ya en las garras de la droga, soledad y muerte- poco antes de su desaparición el 12 de agosto de 1986. La ha tenido guardada más de dos décadas por no poder confrontarla. Hoy se ha estrenado en Deauville y en París en octubre, coincidiendo con una exposición retrospectiva del artista en el Museo de Arte Moderno de la capital francesa.
A los 19 años y tras abandonar la casa paterna en Brooklyn, dormía en vagones de tren abandonados y comía recogiendo restos en basureros y monedas caídas de bolsillos de ricos borrachos en clubes de jazz. Dos años después era multimillonario aunque nunca entendió la riqueza y sí la amistad y la creación pura y dura. En las confesiones, reconoce tres influencias: Picasso, Van Gogh y Leonardo da Vinci. Hablan con dolor sus amigos: Julian Schnabel (realizador de «Basquiat»), el marchante Bischofberger, Andy Warhol (en un documental privado), Madonna (una de sus numerosas amantes), ex novias, marchantes y amigos que detectaron antes que nadie el genio visionario tras el bohemio poeta y su condición actual de una de las figuras más importantes del arte del siglo XX