En el prólogo alaba las conquistas del feminismo pero acusa al movimiento de haber borrado del mapa la feminidad

Han pasado 45 años desde su memorable aparición casi en harapos como Loana para «Hace un millón de años» (1966), una de dinosaurios en la que lo prehistórico quedó ensombrecido por las rotundas formas de la «pin up». El póster del film decoró las habitaciones de miles de adolescentes de todo el mundo y Welch se convirtió instantáneamente en una «bomba sexual» de dimensión universal. El mismo año fue Cora en «Viaje alucinante», el film cuyo «remake» prepara ahora Paul Greengrass.
Jo Raquel Tejada (Chicago, 1940) nació del resultado de la unión de un padre boliviano, el ingeniero aeronaútico Armando Carlos Tejada, y madre norteamericana, Josephine Sarah Hall. En sus memorias recuerda como cuando contaba dos años, la familia se trasladó a San Diego por un traslado paterno, comenzó a tomar lecciones de danza y de adolescente fue elegida «Miss Fotogenia», Miss La Jolla», «Miss Contour», «Miss Fairest of the Fair» y «Miss San Diego». Toda curvas, ningún título se le resistía.

Se casó muy joven con su primer marido, su amor de instituto James Welch en 1959. Jamás se ha desprendido del apellido y tuvieron dos hijos, Damon y Tahnee, a la que pudimos ver en «Cocoon» (1985). Se convirtió en la «mujer del tiempo» en una televisión local de San Diego, se divorció y trasladó a Dallas, donde sirvió copas y posó para los catálogos de los almacenes de lujo Neiman Marcus. Regresó a California, protagonizó «Viaje alucinante» y la prehistórica, el western «¡Bandolero!» con James Stewart y Dean Martin, «The Lady In Cement» con Frank Sinatra y lo demás es Historia.

La publicación de sus memorias -a medio camino entre los recuerdos y manual de belleza- la ha devuelto a la actualidad. Y no ha sido sólo el título («Más allá del escote») el que ha levantado la polémica, sino el prólogo, en el que alaba las conquistas del feminismo pero acusa al movimiento de haber borrado del mapa la feminidad y la pérdida de los valores morales en la vida de las mujeres de este momento. «Ni somos hombres, ni queremos ser como ellos», declara.

En un mismo capítulo se lamenta de que las mujeres hablen abiertamente de sexo y la reproducción y a la vez, recomienda la utilización de los parches Frownies, que se pegan a la cara y eliminan las arrugas a la manera del Botox. En dos páginas -144 y 145- describe su maratoniana rutina de belleza diaria que incluye: peeling, tónico facial, gotas de ojos, maquillaje ocular, base de maquillaje, colorete, polvos fijadores, cejas, pestañas y labios. Dianna Brock ha sido la encargada de ayudarla en la redacción de esta mezcla de memorias y manual de la Señora Francis.

Welch habla francamente de sus cuatro matrimonios (prefiere el primero), de cómo Hollywood la tiró como un Kleenex usado cuando cumplió los 40 y de la benevolencia del tratamiento anti-edad Hormone Replacement Theory. La mejor anécdota, en el plató de «Hace un millón de años». La actriz novata se acercó al director Don Chaffey para recibir instrucciones y él, rudamente, le gritó: «Aquí no tienes que pensar sino limitarte a saltar de roca en roca. Entre la primera y la segunda, finges que ves una tortuga gigante, chillas y cortamos para comer». Así nació el famoso póster en biquini-harapo paleolítico.

Se resitió a ser la Marilyn Monroe morena, se esforzó en trabajar y criar dos niños en solitario, eligió películas de acción y se apoyó en el yoga y su fe cristiana. Y finaliza: «nunca quise ser conocida solo por mi belleza, me hubiera sentido paralítica. Estas memorias me han permitido hallar de nuevo mi voz. Si no fuera por mi aspecto, creo que habría podido ser una buena escritora».