«La Ternura” vuelve a triunfar en el teatro Abadía de Madrid tras su gira por España

Alfredo Sanzol, un madrileño de Navarra, un navarro de Madrid, domina los resortes de la comedia como nadie. Aunque se trate de una comedia con un fondo amargo, como son las buenas comedias. Lo demuestra permanentemente. «La Ternura” tiene momentos muy de Shakespeare, a quien rinde homenaje, pero en el fondo se trata de una obra decididamente jardielesca.

«La Ternura” es una comedia tierna. Alfredo Sanzol, uno de los dramaturgos españoles más importante de la actualidad, es un gran conocedor del amor y del alma humana. «Si queremos amar nos tenemos que arriesgar a sufrir”, dice en el programa de la obra. Y añade: «La ternura son las caricias, la escucha, los pequeños gestos, las sonrisas, los besos, la espera, el respeto, la delicadeza”. Alfredo Sanzol ha escrito, a primera vista, una comedia isabelina, con numerosos homenajes a Shakespeare, sobre todo a obras como «La Tempestad” o «Noche de Reyes”, pero en el subsuelo de esta pieza divertida, deslumbrante a veces, llena de ritmo y, ya está dicho, de ternura, está la música teatral de Jardiel Poncela, del que Alfredo Sanzol es un declarado admirador. Sobre todo al final, cuando la obra tiene cierto perfil de «Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, y también en lo lúcidamente estrambótico del planteamiento de arranque.

La Reina Esmeralda odia a los hombres porque siempre han condicionado su vida y le han quitado la libertad. «Si no acabamos nosotras con el hombre, el hombre acabará con nosotras”, dice. De modo que, tras una serie de avatares, decide, valiéndose de sus poderes mágicos, caer junto a sus dos hijas en una isla que ella supone desierta, pero en la que en realidad vive un leñador con sus dos hijos, que huyó hasta allí porque también ellos odian a las mujeres. De entre tanto conflicto y equívocos, lo que surge es la ternura. Exclamará un personaje: «¿Qué es esta ternura que lo que pide es volver a ver la luz?”.

«La Ternura» es un continuo juego teatral con algún acierto sensacional. Alfredo Sanzol, como suele, ha dirigido su obra y le ha imprimido un ritmo frenético. Los personajes entran y salen de escena, hablan, vuelven a entrar, y se van, y entran, y todo en medio de equívocos y de una pasión en principio contenida, que se va desabrochando, y se desata absolutamente al final. Triunfa el amor, se escriba o no con ‘hache,’ como diría Jardiel. El reparto, con Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón, tiene un nivel elevadísimo, en una obra construida con una acertada carpintería teatral, que no permite ni un momento de sosiego. Como dice el autor: «No nos podemos proteger del daño que produce el amor”. Naturalmente, tampoco podemos prescindir del amor y lo trata de demostrar esta magnífica obra. Que recibió una atronadora ovación por parte del público al final de la representación.