Xabier Dolan, con «Juste la fin du monde», se lleva el mejor director y mejor actor para Gaspar Ulliel

La película «Elle» del holandés Paul Verhoeven recibió este viernes el César a la mejor película y a la mejor actriz, un espaldarazo para Isabelle Huppert a dos días de los premios Óscar al que también aspira la francesa en ese apartado.

«Elle» es una historia subversiva de Paul Verhoeven («Instinto básico», «Robocop») ya había sido galardonado por los Globos de Oro estadounidenses, con los premios a la mejor película de habla no inglesa y a la mejor actriz para Huppert. La francesa de 63 años está nominada para el premio a mejor actriz en los premios Óscar que se entregarán en la madrugada del domingo al lunes.

El filme cuenta la historia de una empresaria violada en su magnífica mansión por un hombre encapuchado. Lejos de amedrentarse, la víctima parte a la caza de su agresor, en un relato de sexo, violencia y perversidad. «A veces pienso en la relación entre la intérprete que soy y el papel que encarno, y creo que en ‘Elle’ el papel se impone al intérprete», dijo una Huppert sonriente al recibir el premio. «En el fondo no actué peor, tal vez tan bien como en otras películas, pero creo que esta vez lo notaron más en ‘Elle'», agregó la actriz pelirroja.

Huppert, ya había ganado un César a la mejor actriz en 1996 por su papel en «La Ceremonia», de Claude Chabrol. En esta edición de la máxima recompensa del cine francés, competía principalmente en esta edición con Marion Cotillard por «Mal de Pierres», de Nicole García, un retrato de una mujer pasional.

el canadiense Xavier Dolan a sus 27 años ha sumado, con su sexta película, «Juste la fin du monde», tres estatuillas, entre ellas la de mejor director y mejor actor para Gaspard Ulliel, además de mejor montaje para el mismo Dolan.

El propio cineasta canadiense lo ha reconocido: «El cine francés siempre me ha hecho un hueco». Una historia de amor con el joven director de Québec, premio del jurado en el Festival de Cannes de 2014 por «Mommy», que ganó el César a la mejor película extranjera al año siguiente.

A esos dos premios suyos sumó el de Ulliel, el segundo de su palmarés, puesto que en 2005 había ganado el de mejor actor revelación por «Un largo domingo de noviazgo». Dolan ha sido sin duda la sorpresa de una noche en la que el cine francés dispersó tanto sus galardones que parecía difícil detectar quién había salido triunfante.

«Divines», el retrato de la conflictiva periferia de París de Houda Benyamina, se ha llevado tres de las candidaturas a las que optaba, mejor «ópera prima», mejor actriz revelación y mejor actriz secundaria.

Tanto su directora como las dos intérpretes pidieron respeto a la mezcla racial que narra la película, inspirada en las revueltas que vivió la periferia de París en 2005, resucitadas en los últimos días.

Pese a que dos premios son pocos para las ambiciones de Paul Verhoeven, «Elle» se ha alzado con las dos a las que aspiraba con más fuerza, la de mejor película -que entregó el director español Pedro Almodóvar- y la de mejor actriz, un espaldarazo para Huppert que en apenas dos días sabrá si suma también el Oscar de Hollywood a la colección de premios que tiene, entre los que figura el Globo de Oro.

Como mejor película extranjera ha sido designada «Yo, Daniel Blake», del británico Ken Loach, que sumó ese premio a la Palma de Oro que hace unos meses logró en Cannes.

La gala ha cobrado relevancia cuando ha recibido el César de honor el actor y director estadounidense George Clooney. En inglés, elegante y serio, ha agradecido el premio a la Academia francesa y ha lanzado un mensaje al mundo para que dejen de tener miedo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump: «Los actos del presidente de Estados Unidos han alarmado y consternado a nuestros aliados y dado ánimos a nuestros enemigos. Y no ha sido culpa suya. No ha sido él quien ha creado esta situación de miedo. Él se ha limitado a explotarla con éxito», ha dicho, antes de sugerir que «las culpas no están en las estrellas, si no en uno mismo».

Pero la mayor ovación la ha arrancado un desmejorado Jean-Paul Belmondo, apoyado en una muleta y con un brazo paralizado, que sin embargo ha aguantado en pie, firme y sonriente cinco minutos de aplausos en el homenaje que le quiso rendir el cine francés a sus 83 años.

Rodeado de viejas glorias del cine francés y europeo, como Claudia Cardinale, Belmondo ha afirmado: «Todas mis películas se las debo a mi madre. Cuando empecé en el teatro todo el mundo decía que era feo. Y ella me decía que tenía que ser como mi padre, valiente. Gracias a que le hice caso, gracias a esa valentía, hoy estoy aquí».