El Festival de deauville estrena «Personal Effects» y «Las vidas privadas de Pippa Lee»

Las vidas ficticias de ambas -la organizadora de bodas Linda y el ama de casa aburrida e insomne Pippa Lee- son insatisfactorias y las dos caen accidentalmente en los robustos brazos de sendos hombres atractivos y mucho mas jóvenes. El primero, un semi robotizado Ashton Kutcher, un luchador con empleo a tiempo parcial de pollo gigante para un restaurante de comida basura, Megachicken. El actor, de 30 años, mantiene un matrimonio muy comentado con la cuarentona de buen ver Demi Moore.El segundo, un barbado Keanu Reeves, a sus 45 recién cumplidos añitos ya no tan joven aunque igual de magnético. Ella le roba el corazón a Pippa Lee, un personaje ficticio que arroja algunas luces sobre la personalidad privada de la directora de la película y de la novela en que esta basada, Rebecca Miller, la hija del escritor Arthur Miller y la fotógrafa Inge Morath, y esposa del telúrico Daniel Day Lewis. La película pasó sin pena ni gloria en la última Berlinale, pero fue acogida con entusiasmo por los locales normandos de la región de Calvados, quienes andan sedientos de estrellas en un edición, la número 35, algo de capa caída ante la falta de luminarias y otras profesionales de la alfombra roja. En «Las vidas privadas de Pippa Lee» vemos colapsar su matrimonio con un maduro escritor, Herb Lee (el siempre resolutivo Alan Arkin). La infidelidad de éste con la mejor amiga de su mujer, Sandra Dulles (una recuperada Winona Ryder), la recuperación de sus sueños de juventud (en los que interpreta a Pippa joven la televisiva Blake Lively) y la fuga final con Chris Nadeau (Keanu, con impactante megatatuaje de Jesucristo a pecho entero). En el rol de su hija Grace, la estupenda Zoe Kazan, nieta de Elia y también presente en otra pelicula en Deauville, «Me and Orson Welles», en el que «liga» con Zac Efron, el último terror de las nenas.Y no se sabe bien que hace la bellísima y casi translúcida Michelle Pfeiffer en «Personal Effects», ópera prima muy torpe de David Hollander, presentada a competición en el Festival de Cine Americano de Deauville. El director la elige para que oculte su clase y glamour como una «white trash» (basura blanca, gente vulgar) en una ciudad industrial de Iowa. Su marido muere asesinado por un amigo borracho y durante la terapia de ayuda conoce al robótico (porque apenas emite ni se mueve) Walter, un competidor de lucha libre en estado catatónico tras la violación y asesinato de su hermana. Walter acude al juicio contra el retrasado que es sospechoso del crimen. Al igual que Linda, en el caso contra el amigo de su marido. Ella, además tiene un hijo obeso y sordomudo. La situación se complica, sin que en el patio de butacas nadie se conmueva. Y mañana se rendira homenaje a los hermanos Zucker, creadores de «Aterriza como puedas» y sus derivados y también revitalizadores de la agonizante carrera de Leslie Nielsen. Hasta la llegada del invitado de honor, Harrison Ford, el próximo viernes, los caza-autógrafos están de semiluto.