«Los años rápidos” se ha representado en el Teatro del Barrio de Madrid y pronto saldrá de gira por España

Secun de la Rosa ha construido una obra que emociona, remueve y conmueve con «Los años rápidos”, pieza de un realismo lleno de poesía, que se ha representado en el Teatro del Barrio de Madrid, con el cartel de «No hay entradas» casi en todas las funciones, y ahora inicia una nueva vida que debe ser larga.

Secun de la Rosa es conocido, sobre todo, por su faceta de actor. Ha hecho mucho teatro. Y cine. Con directores como Álex de Laiglesia. O en películas como «El negociador”, en la que tuvo un papel breve pero contundente: el del camarero que involuntariamente crispa al detestable negociador de ETA. O en «Pancho, el perro millonario”, película que consiguió una excelente taquilla en España y fue durante varias semanas número uno en espectadores en Italia. Y Secun de la Rosa tiene un perfil más desconocido para el público pero que se ha abierto decididamente paso: el de dramaturgo. Acaba de estrenar «Los años rápidos”, una obra breve, que conmueve. Es la historia de una familia envuelta en esa atmósfera social que tanto condiciona. A primera vista parece una obra realista, heredera de autores como José María Rodríguez Méndez o Lauro Olmo, pero inmediatamente se comprueba que esa apreciación es falsa porque la rompe el clima poético que lo envuelve todo.

«Los años rápidos” indaga en las difíciles y dolorosas relaciones familiares con un tercer acto sorprendente y hermosísimo, maravillosamente plasmado en escena, en el que los cuatro personajes hablan desde épocas diferentes. El primer acto nos presenta a Agustín (Marcial Álvarez) y a su mujer, Carmelita (Pepa Pedroche), los padres, en un contexto de humor. Dice Carmelita: «No Agustín, esos matrimonios no han querido reírse de ti al llamarte resentido, no es que seas mala persona, sino que sientes lo mismo una y otra vez”. En el segundo acto el padre ha muerto y las dos hermanas, Angelita (Cecilia Solaguren) y Martina (una colosal Sandra Collantes) se reúnen en el viejo piso familiar para firmar el acta notarial para su venta. Ahí se desata el drama. Aparece todo el dolor guardado durante décadas en una caja dentro de los sentimientos, que se desboca como un trueno. Hay que firmar. Martina lleva 20 años lejos de su familia. Un día, se fue. Pero su hermana exige que rubrique con su nombre de la infancia: Rubén. «Tu padre nunca te quiso porque eres un monstruo: Maricón”. Y todo se desboca. Pero, sorprendentemente, el autor, que no juzga a ninguno de sus personajes, cierra la obra pero construye dos finales: Que cada espectador elija el que prefiera.

Excelente Secun de la Rosa. Que, como él mismo ha escrito: «Algunos momentos de nuestra vida quedan vivos para siempre y sin embargo décadas enteras pasan volando”.