IMPRESCINDIBLE DE LA COMEDIA ESPAÑOLA, TENÍA 92 AÑOS Y SEGUÍA EN ACTIVO

Manuel Alexandre había nacido en Madrid el 11 de noviembre de 1917, hijo de un fontanero y, después de finalizar los estudios secundarios, comenzó la carrera de Derecho en su ciudad natal. Sin embargo, abandonó la facultad tras el estallido de la Guerra Civil y, después de la contienda, ingresó en la Escuela de Arte Dramático de Madrid, donde se formó como intérprete.
Su éxito profesional se debió más bien al azar y no tanto a su talento como actor. «Yo creo que en esta profesión, el azar es decisivo. Ocurre también en otros órdenes de la vida», aseguró el actor en una ocasión. El actor debutó por casualidad en el Teatro Español de Madrid durante la Guerra Civil, tras acompañar en una prueba a un miliciano de su cuartel militar. Por aquel entonces, un cuadro artístico de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) estaba preparando una representación y, de forma inesperada, los responsables de la agrupación le ofrecieron un papel. Con su peculiar forma de hablar con voz temblorosa, que luego él mismo elaboraría hasta lograr una singularidad llamada «trémolo recitativo» verdaderamente inimitable.
En 1947 debutó en el cine con «Dos cuentos para dos», de Luis Lucía y, cuatro años después, participó en el clásico «¡Bienvenido Mr. Marshall!», de Luis García Berlanga, director que le convertiría en uno de sus actores fetiches, junto a compañeros de la talla de Pepe Isbert o Alberto Romea. Este papel fue el preludio de una carrera que se prolongó más de medio siglo y en la que trabajó con los principales cineastas españoles.
Sería de la mano de Berlanga cando le llegaría la consagración, la popularidad y el cariño de los espectadores, con comedias como «Plácido» (1961), «¡Vivan los novios!», «Tamano natural», o incluso «El verdugo», aunque en este filme su personaje fue suprimido por la censura franquista). También participó en otra de las grandes comedias españolas de los 60, «Atraco a las tres», de José María Forqué, 1962), en las que coincidió con dos de los mejores actores españoles del momento, sus amigos José Luis López Vázquez y Agustín González.
A pesar de colaborar en casi 200 producciones, mantuvo su característica humildad hasta el último momento. «Yo tengo una desgracia porque no creo en mí, no siento ese sensación de ser algo importante, no tengo ese sentimiento», aseguró Alexandre en 2006, poco después de participar en la película «Elsa y Fred» (Marcos Carnevale), que le valió una nominación a Mejor Actor en los premios Goya tres años después de recibir la mención honorífica a toda su trayectoria.
Además de trabajar en la gran pantalla, Alexandre participó en más de un centenar de series y espacios televisivos, así como diversas representaciones escénicas que le convirtieron en un actor todoterreno. Según había declarado el actor recientemente, su ilusión como profesional siempre fue interpretar los papeles «más importantes de la historia del teatro».
En los años 70 y 80 es uno de los rostros imprescindibles de títulos como «Tocata y fuga de Lolita» (1974), «El puente» (1976), «Los días del pasado» (1977), «La mano negra» (1980), «El cabezota» (1982), «El caso Almería» (1983), «Extramuros» (1985), «El año de las luces» (1986), «El bosque animado» (1987), «Amanece, que no es poco» (1988), o «El mar y el tiempo» (1989).
Entre sus más memorables trabajos en el teatro destacan «El patio» y «Con derecho a fantasma», con la Compañía de Fernán Gómez y Analía Gadé, y «Vamos a contar mentiras», trabajando en las compañías de Valeriano León y Aurora Redondo, Tina Gascó y Fernando Granada e Ismael Merlo.
En la década de los 90, volvió a coincidir con Agustín González y José Luis López Vázquez en la serie de televisión «Los ladrones van a la oficina», en la que trabajó con varias generaciones de actores españoles. En el reparto, destacaban Fernando Fernán Gómez, Antonio Resines o Anabel Alonso y, en episodios esporádicos, participaron intérpretes como Francisco Rabal, Lola Flores e Imanol Arias.
Sus dos últimas películas han sido «¿Y tú quién eres?» (2007), de Antonio Mercero (que también fue la última de José Luis López Vázquez), «El prado de las estrellas» (2007), de Mario Camus y «Pretextos» (2008), de Silvia Munt.
En los últimos años de su vida, el intérprete madrileño había recibido diversos reconocimientos a toda su carrera, como el Premio Isbert en el Festival de Cine Cómico de Peñíscola (1993), el Goya de Honor (2003) y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (2009). El actor recogió esta última mención en el Palacio de La Moncloa, adonde acudieron familiares, compañeros y amigos del artista. Emocionado, Manuel Alexandre agradeció el apoyo de los asistentes y les prometió fidelidad para el resto de sus días. «Tenéis en mí no a un amigo, sino a un hermano», afirmó.