Fue el impulsor de películas como «Fresa y chocolate», «Lucía», «Guantanamera», «Un paraíso bajo las estrellas» o «Lista de espera»

La pasada semana falleció en La Habana el productor Camilo Vives, figura fundamental de la cinematografía cubana. Nacido en 1942, ingresó en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos con apenas 20 años y se vinculó como especialista a la esfera de la producción cinematográfica mientras continuaba sus estudios.

A partir de la década de los años 70 inició su carrera como productor y formó parte del staff de «Una pelea cubana contra los demonios» (1971), «No tenemos derecho a esperar» (1972), «Ustedes tienen la palabra» (1973) y «La última cena» (1976). De este modo, trabajó con los más reconocidos directores de ficción del cine cubano: Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Manuel Octavio Gómez, Julio García Espinosa y Octavio Cortázar.
Integrante de aquella oleada de jóvenes que crearon un nuevo cine dentro del naciente Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Vives también aportó su talento en filmes como «Fresa y chocolate» o «Lucía», que hicieron crecer culturalmente a generaciones de cubanos.
El productor de «Gallego» (1987) o «Guantanamera» (1995), encaminó esta especialidad hacia fórmulas innovadoras que contribuyeron al desarrollo de la industria fílmica cubana y la consolidación de una línea de coproducciones con Iberoamérica, fruto de la cual surgieron obras como «Cantata de Chile» o «Tiempo de morir».
A partir del año 1974 dirigió la producción de ficción del ICAIC; en 1989 fue nombrado director general de la Empresa Productora Cinematográfica del ICAIC; y en 2001, pasó al frente de la Productora Internacional ICAIC. Entre esos años su nombre apareció, además, en películas como «Amor vertical» (1997), «Kleines Tropicana» (1997), «La vida es silbar» (1998), «Un paraíso bajo las estrellas» (2000), y «Lista de espera» (2000).
Durante los últimos años se involucró en la producción de filmes dirigidos por noveles y consagrados: «Barrio Cuba» (Humberto Solás, 2005), «Bailando Cha cha chá» (Manuel Herrera, 2005), «El Benny» (Jorge Luis Sánchez, 2006), «Páginas del diario de Mauricio» (Manolo Pérez, 2006), «La edad de la peseta» (Pavel Giroud, 2006), «Madrigal» (Fernando Pérez, 2007), «Lisanka» (Daniel Díaz Torres, 2010), «Boleto al paraíso» (Gerardo Chijona, 2011) y «La piscina» (Carlos M. Quintela, 2012). En sus últimos meses de vida, trabajó con Fernando Pérez para su más reciente proyecto, «La pared de las palabras».