EL ACTOR DE «EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS» o «EL INDOMABLE WILL HUNTING», DE 63 AÑOS, FUE ENCONTRADO MUERTO EN SU CASA, BARAJÁNDOSE LA IDEA DEL SUICIDIO

El actor estadounidense Robin Williams ha fallecido este lunes 11 de agosto a los 63 años de edad en su vivienda en la localidad de Tiburon, ubicada en el condado de Marin, California, tal y como ha informado la Oficina del Sheriff del condado, que ha apuntado que sospecha que podría tratarse de un suicidio.

En su comunicado, la Policía ha indicado que la muerte podría haberse debido a un suicidio por asfixia, si bien ha resaltado que la investigación «ha de ser finalizada antes de que se saquen las conclusiones». Las pruebas forenses se llevarán a cabo durante la jornada del martes.

«Una investigación en torno a la causa, forma y circunstancias de la muerte está en marcha. Las informaciones preliminares indican que Williams fue visto con vida en su residencia, en la que vive junto a su mujer, a las 22.00 horas (hora local) del 10 de agosto», ha indicado. Asimismo, ha agregado que la Oficina del Sheriff recibió una llamada a las 11.55 horas (hora local) del lunes para informar de que un hombre adulto había sido localizado inconsciente y sin respirar en su vivienda en Tiburon. «La Oficina del Sheriff, así como el Departamento de Bomberos, se desplazaron al lugar y llegaron a las 12.00 horas. El hombre, que fue declarado muerto a las 12.02 horas, ha sido identificado como Robin McLaurin Williams», ha remachado.

Robin Williams, alcohólico de personalidad bipolar, había ingresado el pasado mes de julio en un centro de rehabilitación de Minnesota para recibir ayuda, si bien sus representantes afirmaron que Williams no estaba consumiendo drogas o alcohol y que había acudido a la institución para «mejorar y centrarse» tras un calendario de trabajo más largo de lo habitual. «Morir el fácil, lo difícil es la comedia» había dicho, parafraseando a William Shakespeare, en numerosas entrevistas.

La esposa de Williams, Susan Schneider, ha publicado un comunicado en el que ha pedido privacidad tras el suceso, tal y como ha recogido la cadena de televisión estadounidense CNN. «He perdido a mi marido y mi mejor amigo, mientras que el mundo ha perdido a uno de sus artistas más queridos y uno de los seres humanos más bellos», ha dicho.

«Estoy totalmente desconsolada. En nombre de la familia de Robin, pedimos privacidad durante nuestro periodo de profundo duelo. Esperamos que el foco no esté en la muerte de Robin, sino en los incontables momentos de felicidad y risa que dio a millones de personas», ha agregado.

Williams, nacido en Chicago en 1951, había combinado desde bien joven un genio irresistible y una verborrea sin igual con una vida personal plagada de debilidades. Antes de saltar a la interpretación había empezado a estudiar Ciencias Políticas, una inquietud comprometida que nunca le abandonó en sus ácidas comparecencias públicas, como cuando en el Festival de Berlín presentó «The Final Cut, uno de sus filmes más oscuros, y disparó una rueda de prensa en la que dijo «no sé qué hacemos buscando armas químicas en Irak cuando sería más fácil mirar en los albaranes del Pentágono».

Y antes de llegar a la fama, que se fraguó en la televisión con series como «Happy Days» y, sobre todo, «Mork & Mindy»y en la segunda mitad de los setenta, cuando ya había coqueteado peligrosamente con la cocaína, que compartió con otro amigo suyo malogrado, John Belushi. «La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero», decía con ironía.

Antes de llegar a la fama, que se fraguó en la televisión ya había coqueteado peligrosamente con la cocaína. El cine tardó más en darle la bienvenida, pero fue a lo grande con Good Morning Vietnam, de Barry Levinson, que sacó un partido único a su rapidez verbal, a su ingenio y su capacidad para combinar con una gran sonrisa una mirada triste. También le supuso su primera nominación al Óscar y abrió su mejor época profesional y vital, continuada con «El club de los poetas muertos», de Peter Weir, la película que hará hoy que se levante toda una generación de adolescentes a despedirle al grito de «Oh, capitán, mi capitán», pues en ella encarnó a un heterodoxo profesor que se sale de los temarios y entra en la materia sensible de la vida. El trío de ases (y de nominaciones al Óscar) se redondeó con «El rey pescador», de su ídolo cómico, Terry Gilliam (de los Monty Python), esta vez metido a mágico fabulador.

Disney pensó en él como el único capaz de poner voz al genio de «Aladdin», su gigantesco éxito comercial, y su pericia fue tan bárbara que algunos incluso pidieron una cuarta nominación al Óscar por un trabajo de doblaje. Como rezaba la canción que él mismo cantaba en infinitos tonos y voces distintos, no había en el mundo «un genio tan genial». Steven Spielberg pensó en lo contrario: en darle el papel de un Peter Pan hastiado y amargado en su vida real y volviendo a Nunca Jamás para solucionar su insatisfacción. Era «Hook» y allí reafirmó su conexión con uno de sus públicos más fieles: el infantil.

«La señora Doubfire», en la que se convirtió en una adorable asistenta británica para estar más tiempo con sus hijos, le reportó un Globo de Oro y desplegó una paleta más amplia de talentos si cabía, hasta convertirla en un gran éxito comercial. Seguirían otros filmes como «Jumanji», «Patch Adams» (no en vano, sobre la terapia de la risa) o la incomprendida Jack, rareza agridulce de Francis Ford Coppola. El Óscar, llegó finalmente a la cuarta nominación en 1997, la primera como secundario, en un papel tan agridulce como él mismo.

El psiquiatra viudo de «El indomable Will Hunting», de Gus Van Sant. y, por primera vez, Robin Williams se quedó casi sin palabras al subir al escenario ante la ovación de toda la profesión. Aunque enseguida se recuperó y empezó a bromear. Desde entonces, en cambio, nunca volvió a conseguir un gran papel a la altura de su talento, si bien participó en películas notables como «Insomnia», del ahora idolatrado Christopher Nolan, o volvió a poner comicidad a éxitos de taquilla como «Noche en el museo» y su voz a nuevos clásicos de la animación como «Happy Feet». «La vida solo te da una pequeña chispa de locura. No debes perderla»

Así, en 2006 volvió a un centro de rehabilitación tras reconocer su alcoholismo y en 2009 sufrió problemas cardíacos. Pero nada parecía indicar que Robin Williams, que seguía más en el corazón del espectador que en la mente de los productores, se iría así sin más. Se había anunciado una secuela de «Mrs. Doubfire», estaba rodando otra entrega de «Noche en el museo» y disfrutaba de un matrimonio todavía corto pero aparentemente estable con Susan Scheider. Y es que Williams también tuvo una vida sentimental algo caótica, a la que sobreviven tres hijos de sus dos primeros matrimonios. «La vida solo te da una pequeña chispa de locura. No debes perderla», dijo en una ocasión.