El actor y director teatral ocupará el sillón Z mayúscula

El actor y director teatral José Luis Gómez ha ingresado este domingo 26 de enero en la Real Academia Española ocupando el sillón Z mayúscula, en sustitución de Francisco Ayala. En su discurso, Gómez ha reivindicado el valor del teatro y su función para poner «al espectador ante sí mismo, enfrentándolo a sus emociones y conflictos».

En su discurso, titulado «Breviario de teatro para espectadores activos», Gómez (Huelva, 1940) ha afirmado que el espectador reconoce en los actores «muchos de sus sentimientos», lo que le ayuda «a percibirse, a sentirse». Según Gómez, «vamos al teatro en las horas en que, liberados del trabajo, buscamos un ocio fértil más allá de la mera subsistencia: más que respuestas encontramos en el teatro un torrente de preguntas que nos ayudan a interrogarnos más certeramente a nosotros mismos en la búsqueda, consciente o no, de sentido».

Gómez ha recalcado que «el teatro es un juego, uno de los grandes juegos que ha inventado el ser humano en su búsqueda de la supervivencia y la salud común: un formidable juego simbólico, especular, que devuelve o suscita en el espectador imágenes de la vida, de sí mismo, de la sociedad». Por ello, se opone a que el teatro sea solo «diversión y entretenimiento» para «apartar al espectador de sí y hacer más llevadera su vida, alejándole momentáneamente de las dificultades de la realidad. Si bien esta explicación puede ser, para muchos espectadores, cierta, en ningún caso atiende a la complejidad de la manifestación, a los elementos que, unidos, justifican su perdurabilidad», ha dicho.

El director teatral ha señalado que «es comprensible» la presencia continuada en la RAE de distinguidas «personalidades dedicadas a la filología, la gramática, la creación y la traducción literaria, la medicina, la física y la biología, y otras nobles actividades humanas», pero el teatro no ha tenido «similar representación como oficio mismo». Para José Luis Gómez, «la constatación de este hecho me llena de zozobra: cómicos, lo que se dice cómicos a secas, no los hubo antes. Mi presencia aquí y ahora, por lo tanto, puede deberse a un error y en ese caso, que puedo imaginar, no sabría bien dónde meterme», ha asegurado, lo que ha provocado la risa del auditorio.

El nuevo académico ha recordado que él «no quería ser cómico, quería ser actor», pues le «parecía más respetable», y ha explicado que la palabra cómico es «un término ambivalente» pues puede ser utilizado «tanto con ternura y empatía como con desprecio. Mi profesión sabe de eso: ha vivido la utilización o el rechazo durante siglos. Llamarse cómico incluye tanto la conciencia de la precariedad y el desamparo como el disimulado orgullo, consciente o no, de su función simbólica», ha concluido.