«Cinco horas con Mario» se representa en Cartaya (Huelva) y Andalucía protagonizada por una impresionante Natalia Millán

Francisco Umbral escribió en cierta ocasión que «en Cinco horas con Mario, Miguel Delibes proclama un socialismo cristiano en bicicleta, que es el de Mario”. Mario es un idealista, un intelectual, una persona insobornable. Delibes explicó más de una vez que él se desdoblaba en sus personajes. Tal vez Mario sea el personaje que más se ha parecido a su autor.

«Cinco horas con Mario» retornó en 2011 a los escenarios teatrales. La obra se estrenó en 1981 interpretada por Lola Herrera. La versión teatral de la novela publicada en 1966 por Delibes, un monólogo, constituyó un éxito imparable. Catapultó definitivamente como primera actriz a Lola Herrera, que ha interpretado esta función ininterrumpidamente hasta el año 2005. Luego la rescataron el productor José Sámano y la actriz Natalia Millán y en 2011 se representó en el teatro Reina Victoria de Madrid y posteriormente en otros teatros de España. Ahora, esta función está de gira por Andalucía y el 22 de marzo se representará en el Centro Cultural de Cartaya (Huelva).
Lola Herrera profundizaba en lo dramático del personaje de Menchu, la protagonista, y Natalia Millán, ayudada por la edad y su físico impresionante enfatiza en la sensualidad, en la represión sexual y frustración social del personaje. Natalia Millán dota a Menchu de una personalidad agresiva y dolorida, sensual, sexual, atractiva, víctima y verdugo. Ha interiorizado magistralmente el personaje creado por Delibes. Mario está muerto, en realidad lleva muerto desde el 24 de marzo de 1966, según reza la esquela con la que arranca la obra, pero Delibes creó un personaje inmortal y Natalia Millán redobla esa vida con una gran interpretación.
«Mi pequeña reaccionaria”, llamaba Mario a Menchu. El catedrático Antonio Vilanova definió a Mario como «un hombre bueno, víctima de la incomprensión de su mujer y de la sociedad que lo rodea, que sin perseguir jamás su propio beneficio dedicó su vida entera a luchar sin tregua por el bien de los demás”. Mario murió víctima del provincianismo mediocre y reaccionario que lo rodeaba, de la incomprensión, de la soledad. Como dice una voz en off al inicio de la obra: «Mario no es un muerto, es un ahogado”. Falleció por asfixia social. Y Natalia Millán lleva su papel de asfixiadora y asfixiada hasta las últimas consecuencias.