UNO DE LOS MONÓLOGOS MÁS CÉLEBRES DE LA ESCENA ESPAÑOLA, A PARTIR DE LA NOVELA DE MIGUEL DELIBES, QUE LA ACTRIZ HA PASEADO DURANTE DÉCADAS POR LAS TABLAS

Lola Herrera vuelve a interpretar a Carmen Sotillo, la afligida viuda de la novela de Miguel Delibes «Cinco horas con Mario», llevada a la escena por Josefina Molina con producción de José Sámano. La versión teatral se estrenó en 1979, siempre con producción de Sámano y dirección de Josefina Molina, quien en 1981 dirigió la película «Función de noche», inspirada en esta obra.

Lola Herrera interpretó el papel de Carmen Sotillo durante más de veinte años. La actriz Natalia Millán la protagonizó en su reestreno de septiembre de 2010 junto a Víctor Elías. Ahora, cuatro décadas después, y para conmemorar el cincuentenario de la publicación de la novela de Delibes, Herrera regresa a las tablas durante seis semanas, con su su personaje más carismático, en el Teatro Reina Victoria de Madrid.

Carmen Sotillo, una conservadora mujer castellana, acaba de perder a su marido Mario de forma inesperada. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante la última noche el cadáver de su marido e inicia con él un monólogo-diálogo en el que descubrimos sus personalidades y los conflictos de su matrimonio.

Con una forma entrecortada, detallista al mínimo, reiterativa y llena de tópicos, Carmen Sotillo dice cosas, manifiesta sentimientos y emite juicios, que hoy pueden parecer increíbles. Pero ese lenguaje existía, esos juicios se emitían, esas «cosas» de Carmen estaban en la vida de todos los días.

«Cinco horas con Mario» es, entre otras muchas cosas, un documento vivo de una época, de hace 50 años. De las preocupaciones económicas, religiosas, políticas, sexuales y morales entonces imperantes que Delibes, a través del lenguaje de su protagonista, dejó retratadas con nitidez, de forma que la vida española de entonces llega a palpitar viva en sus palabras.

Pero, por encima de todo esto, «Cinco horas con Mario» nos habla de los asuntos eternos del ser humano: de la culpa, de la soledad, de la incomunicación, del sentido de la vida. Como siempre en Delibes partiendo de un localismo concreto encarna en sus personajes y en sus conflictos las realidades más profundas y complejas que condicionan nuestra vida.