EL CENTENARIO DIRECTOR PORTUGUÉS PRESENTARÁ EL VIERNES 13 EN COMPETICIÓN «SINGULARIDADES DE UNA CHICA RUBIA», SU MÁS RECIENTE FILME.

Manoel Cándido Pinto de Oliveira nació el 11 de diciembre de 1908, en el seno de una familia de holgada posición socio-económica en la ciudad portuguesa de Oporto. Estudió con los jesuitas, y desde muy joven manifestó su pasión por el séptimo arte.
En los tiempos del cine mudo, Oliveira hizo su primera aparición en pantalla como actor en una película de Rino Lupo, cineasta italiano que forma parte de la historia del cine portugués de los años veinte. Continuó interpretando trás haber hecho sus primeras aproximaciones en diferentes actividades técnicas y llegó a obtener un papel relevante en la primera película sonora rodada en Portugal, «A canção de Lisboa», de Cottinelli Telmo. Siendo ya director consumado, es rara la vez que no aparece fugazmente en alguno de sus filmes.
Manoel de Oliveira cuenta en su filmografía como director con casi cincuenta títulos. Se inició en el cine documental en 1931 con la realización del cortometraje, «Douro, faina fluvial», película que le otorga el título de ser el último de los cineastas en activo que empezaron su carrera con el cine mudo, y en la que el realizador describía una jornada de trabajo de los pescadores de las riberas del río Duero. De ese medio centenar de películas, casi treinta han sido realizadas por el maestro a lo largo de las últimas dos décadas. En la actualidad prepara un nuevo film, cuyo título provisional es «O Estranho caso de Angélica». En 1942 dirigió su primer largometraje «Aniki Bobó», interpretada por una pandilla de chicos de las calles de Oporto. Pasaron veintidós años hasta que presentó su segunda película, «Acto de primavera» (1963) y otros nueve para la tercera, «O passado e o pressente», (1972). Durante la década de los setenta rodó sólo dos películas más, «Benilde, ou a Virgem Mae» (1974) y «Amor de Perdiçao» (1978).
Sin embargo, los años ochenta marcan una vertiginosa trayectoria marcada por el rodaje de un largometraje anual, al tiempo que recibe el reconocimiento de la crítica internacional y los galardones de los festivales más prestigiosos. Entre otros muchos, Oliveira ha recibido el León de Oro de Venecia, el premio especial Fipresci del Festival de Cannes, el Premio especial del Gran Jurado del Festival de Venecia, el Leopardo de Honor del Festival de Locarno y el Premio del Jurado del Festival de Cannes. Además, el cineasta recibió el mes pasado el homenaje del Festival de Berlín –Berlinale Camera- y el pasado año el de Cannes – Palma de Oro, significativos reconocimientos a su carrera.
La estética y el lenguaje fílmico de Oliveira prioriza los planos largos y una teatral puesta en escena, arropada por diálogos densos y textos trabajados. Su producción cinematográfica de ficción está marcada por una reflexión constante acerca de la naturaleza del arte, el espectáculo y la esencia del ser humano.
ACTIVIDAD PROLÍFICA
La actividad más prolífica de Manoel de Oliveira se produce a partir de finales de los años 70 del siglo XX, cuando una vez desaparecida la dictadura de Oliveira Salazar en su pais, puede mostrarse con toda su libertad creativa. En los últimos 20 años, el cineasta portugués ha dirigido otras tantas películas, a un promedio de una al año. Lo esencial de su obra la ha realizado con más de 60 años, después de la revolución del 25 de abril de 1974.
Convencido de que el cine tiene una finalidad, «pero ésta no es práctica”, indica que los que gobiernan son los políticos, «y el arte se limita a mostrar las consecuencias políticas. El cine sólo persigue mostrar la condición humana, ser un espejo de la vida. El cine es expresión, no es una técnica, y yo, que soy el alumno más antiguo del cine, es ahora cuando estoy aprendiendo algo de este arte”, recalca.
Entre sus películas destacan «Os canibais» (1988), «Nao, o la vanagloria de mandar» (1990), «La divina comedia» (1991), «El valle de Abraham» (1993), «El convento» (1995), «Inquietud» (1998), «La carta» (1999), «Palabra y utopía» (2000), «Regreso a casa» (2001), «El principio de la incertidumbre» (2002), «Una película hablada» (2003), «Espejo mágico» (2005) o «Belle Toujours» (2006).
Con un siglo de vida, Manoel de Oliveira es el patriarca del cine mundial. Y sigue en activo, dirigiendo, al menos, una película por año. Ha recibido premios en Cannes (una Palma de Oro honorífica), Venecia y en los principales festivales de todo el mundo. Los jóvenes le veneran y los homenajes se suceden, aunque a él lo único que le preocupa es poder seguir haciendo películas.
EN COMPETICIÓN EN LAS PALMAS
Manoel de Oliveira participa con la película «Singularidadesde una chica rubia», una coproducción entre Francia, España, Portugal, estrenada el pasado mes en el Festival de Berlín, en la sección oficial a concurso de la 10ª edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, cuya proyección y presentación está programada el próximo viernes 13 de marzo.
«Singularidades de una chica rubia» está basada en uno de los cuentos de Eça de Queiroz (1845-1900) y narra los infortunios de una historia de amor. Oliveira la sitúa, sin embargo, en época contemporánea. Los actores principales son Ricardo Trepa, colaborador habitual del director y Catarina Wallenstein. La historia muestra como Un hombre joven se enamora desesperadamente de una mujer rubia, la cual le trastorna toda su vida.
El equipo técnico está formado por profesionales de España, Portugal y Francia y la post producción de la película se efectuó en Barcelona. Luis Miñarro y François d´Artemare son los coproductores, a través de Eddie Saeta, S.A. y Films do Tejo, S.L., respectivamente.