Precursor del teatro moderno, ha sido la figura más trascendente del teatro mexicano de los últimos 50 años

México ha perdido a Héctor Mendoza, pecursor del teatro moderno en su país, fallecido este pasado mmiércoles 29 a los 78 años víctima de un infarto. El dramaturgo fue despedido ayer en el Palacio de Bellas Artes. Con un prolongado aplauso y al grito de «adiós, maestro”, directores, dramaturgos, actores de teatro, cine y televisión y funcionarios de la cultura despidieron al hombre que formó a generaciones de actores, que creó un método teatral, que puso a México al día de las grandes vanguardias y que dedicó su vida al arte de los escenarios.

Héctor Mendoza ha sido la figura más trascendente del teatro mexicano de los últimos 50 años por sus aportaciones a la puesta en escena, a la pedagogía actoral, a la dramaturgia y a la reflexión teórica.

Inteligencia crítica por naturaleza, renovador frente a las convenciones de su tiempo, Mendoza, quien escandalizó en su juventud a sus profesores con sus audaces, imaginativas versiones escénicas de los clásicos, constituye un paradigma de calidad, constancia y disciplina
Mendoza falleció el pasado miércoles a los 78 años víctima de un infarto al miocardio. En el año que ha finalizado, varias enfermedades obligaron al dramaturgo y director a suspender su actividad como maestro en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, pero esperaba retomar la docencia el próximo 10 de enero.
Director, teórico, dramaturgo, promotor del teatro y maestro, Héctor Mendoza fue despedido con guardias de honor. Su hijo Hernán, quien fue uno de los cientos de actores que él formó, encabezó la primera guardia junto a Consuelo Sáizar, presidenta de Conaculta; la crítica teatral Olga Harmony; el director de la Compañía Nacional de Teatro, Luis de Tavira; el director Germán Castillo, y la actriz Flora Dantus.
Nacido en Apaseo, Guanajuato, el 10 de julio de 1932, Héctor Mendoza estudió literatura española en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y en la Escuela de Arte Teatral del INBA. Fue uno de los directores del proyecto Poesía en voz alta, en el que participaron también Octavio Paz y Juan José Arreola. Entre 1957 y 1958, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller, estudió en el Actor’s Studio de Nueva York.
Escribió las obras «Los asesinos ciegos», «Las gallinas matemáticas», «Noches islámicas», y «La desconfianza». «Resonancias» fue la última puesta que dirigió a inicio en el 2010. Junto a sus obras dramáticas, Héctor Mendoza escribió piezas en las que teorizó sobre el ejercicio teatral como «Creator principium», «La guerra pedagógica», «Actuar o no» y «El burlador de Tirso».
A lo largo de todas y cada una de las puestas en escena en su abundante trayectoria, Héctor Mendoza se entregó a su pasión por formar generaciones de actores, indagar por los misterios del fenómeno escénico, por hacer del teatro un camino de conocimiento.
En los próximos meses se realizará en la capital mexicana un homenaje al director y dramaturgo. Al maestro Héctor Mendoza le sobreviven sus hijos Hernán y Rodrigo.