FUE EL DIRECTOR DE «EL DESTINO”, SOBRE LA FIGURA DEL FILÓSOFO AVERROES EN LA CÓRDOBA MUSULMANA DEL SIGLO XII

Youssef Chahine, considerado como el padre de la cinematografía egipcia y uno de los directores más populares en el mundo árabe, ha muerto en la madrugada de este domingo día 27 en El Cairo a los 82 años como consecuencia de un empeoramiento de la hemorragia cerebral que sufrió hace más de un mes.

Youssef Chahine estuvo hospitalizado en París durante un mes después de sufrir en Egipto una hemorragia cerebral, tras la que entró en coma el 16 de junio y fue trasladado entonces a Egipto. Alejandría, su ciudad natal, fue el escenario de fondo de una cuarentena de sus largometrajes, en los que dejó patente sus ideas de izquierda y su anti islamismo. El autor de obras como «Aguas negras” o «La Tierra”, ferviente defensor de la libertad, era mucho más conocido en el extranjero que en su país natal y recibió, entre otras distinciones, la Palma de Oro honorífica del Festival de Cannes por el conjunto de su obra, así como el Oso de Plata del Festival de Berlín.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha destacado hoy de Chahine tanto esta firme actitud del realizar a favor de las libertades de expresión, individuales y colectivas como su lucha por denunciar «la censura, el fanatismo y el integrismo. El séptimo arte acaba de perder a uno de sus más célebres servidores”, dijo Sarkozy en un comunicado, al que siguieron unas declaraciones del Delegado General del Festival de Cannes, Gilles Jacob, quien aseguró que este certamen «llora a un gran cineasta, pero también a un amigo, un modelo y un ejemplo. Para nosotros era Jo: un realizador valiente, un poeta imaginativo, un hombre libre desbordante de humanidad”.

Nacido el 25 de enero de 1926 en la cosmopolita ciudad de Alejandría, Youssef Chahine fue educado en francés e inglés. A los 21 años se marchó a estudiar cinematografía a Pasadena (California) y retornó a su país para liderar el cine egipcio, por entonces el más influyente del mundo árabe. «Quería ser actor, pero se dio cuenta que tartamudeaba un poco y que no era suficientemente guapo, por lo que se dijo que iba a actuar a través de los otros”, recordó uno de esos actores, Omar Sharif, descubierto por Chahine.

Pobreza, combate obrero y lucha por la independencia marcaron la obra comprometida del cineasta en los años 50 y 60, décadas en que utilizó sus melodramas neorrealistas para hacer llegar al público sus mensajes políticos. Entre sus principales películas de aquellos años destacan «Aguas negras” (1956), con Omar Sharif; «Estación central” (1958), y «La Tierra” (1969), obra maestra poética y política consagrada al mundo agrícola. Posteriormente, sin renunciar al compromiso social y político, Chahin se lanzó a rodar una trilogía autobiográfica con «¿Alejandría… Por qué?” (1978), «La memoria” (1982) y «Alejandría aún y siempre” (1989).

La expansión del islamismo sublevó a Chaine, descendiente de libaneses, que en su infancia conoció un Egipto tolerante, multiétnico, en el que los cristianos como él y los judíos vivían en armonía. «El emigrado” (1994), inspirado en la vida del patriarca bíblico José, y «El destino” (1997), sobre la vida del filósofo árabe de la Córdoba del siglo XII Averroes, le sirvieron para ganarse el rechazo y la censura de los integristas egipcios.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, el cineasta filmó un controvertido cortometraje, dentro de una película colectiva, y posteriormente otra cinta en 2004 para mostrar su desamor por Estados Unidos. Crítico del régimen autócrata egipcio, su última película, «El caos”, codirigida con Jaled Yussef en 2007, no tuvo el éxito esperado, ni en Egipto ni en el extranjero. La primera edición del Festival de Cines del Sur de Granada el pasado año le dedicó una amplia retrospectiva y publicó un libro sobre su figura y su trabajo cinematográfico.