JACK NICHOLSON

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    John Joseph Nicholson nació el 22 de abril de 1937 en Neptuno, Nueva Jersey. Hijo único (y niño bastante solitario) se crió entre mujeres ya que su padre (casado y alcohólico) abandonó pronto a su madre y Jack creció creyendo que su abuela era su madre y que su madre biológica era su hermana mayor. Lo curioso fue que de todo esto se enteró cuando, ya una estrella, la revista Time quiso dedicarle una biografía en profundidad y tanto se aplicó que llegó a desvelar una verdad desconocida por el propio interesado…En cuanto a cuestiones afectivas y sentimentales, puede decirse que siempre se lo ha montado en plan «complicadillo” y, aunque sólo una vez ha pasado por la vicaría, ha vivido emparejado eternamente. Contaba veinticinco años cuando el 17 de junio de 1962 se casó con la actriz Sandra Knight; con ella compartiría el thriller «El terror” (1963); el matrimonio duró hasta agosto de 1968 y de él nació una hija, Jennifer (1963). Con Susan Anspach tuvo su segundo hijo, Caleb (1970). En 1973 comenzó una larga y tempestuosa unión sentimental con Angélica Huston; tan larga que salvo algunas -y muy sonadas- intermitencias, duró diecisiete años, hasta 1990 exactamente. Pero entre medias Jack tuvo a su tercera hija, Honey (1981) fruto de su relación con la supermodelo danesa Winnie Hollman. La cuarta, Lorraine (1990) y el quinto, Raymond (1992) los comparte con la también modelo Rebecca Broussard… y no podemos olvidar, desde luego, su célebre noviazgo (1999-2001) con la esbelta y «matrixada” Sara Flynn Boyle. Esto no es más que una somera pasada por sus «movimientos emocionales”, tan frecuentes en él y tan prolijos. Pero completemos su currículum de juventud.Nada aficionado a los estudios, con sólo diecisiete años cruzó el país, se asentó en Los Ángeles y se pegó a la larga sombra de la Metro Goldwing Mayer, donde recorrió toda la escala laboral imaginable, hizo absolutamente de todo, empezando, claro, de chico de los recados; aunque no todo fue perder el tiempo, ni mucho menos; no tardó en aplicarse y matricularse en Arte Dramático, en un acreditado centro, el Players Ring Theatre donde coincidió e hizo amistad con otro actor principiante, el duro James Coburn, y también con alguien providencial para su carrera: el luego afamado productor y director Roger Corman, hombre clave que le facilitó el largo camino de los inicios. UNA CARRERA A DISTINTAS VELOCIDADESUna de las mayores virtudes de este tío simpaticón y campechano (a veces malencarado y a veces perverso) fue en un primer momento su versatilidad física e interpretativa. Era una especie de camaleón, uno de esos escasos actores que conseguía no ser encasillado; o sea, la cuadratura del círculo: con una cara tirando a anodina; ni feo ni guapo sino todo lo contrario; ni alto ni bajo, y unas trazas de lo más corrientes, Nicholson supo encajar –y sorprender- en la piel de docenas de tipos, comunes y menos comunes; convertirse en cualquier persona, pasar por el más vulgar o el más rarito…y además (y esa sería su segunda virtud) sin mostrar impaciencia, ni rastros de divismo, ni excesiva prisa por atrapar el estrellato; todo lo contrario: con una (¿estudiada?) naturalidad, lentamente y paso a paso, trabajó como un auténtico corredor de fondo, hasta hacerse un hueco y salir casi siempre en la foto. Su primer papel fue a los veintiún años en «The cry baby killer” (1958) y cincuenta años después sigue en el candelero y es uno de los actores más asiduos y más presentes en la pantalla. Sólo basta repasar su filmografía para comprobar que no hay ni una sola década donde no coleccione título tras título; aunque naturalmente empezó en producciones modestas y tuvo que tragarse muchos títulos facilitos hasta dar la campanada de la mano de Dennis Hopper con la rompedora «Easy Rider” (1959). Ese fue el primer gran escalón; su caché subió como la espuma, y más sus posibilidades de elegir director. De un plumazo pudo olvidarse de las películas serie B y empezar una carrera espectacular que nunca ha llegado conocer el verdadero significado de la palabra «bache”; ni siquiera económico porque, entre otras muchas propiedades, Nicholson es dueño de una golosa colección de pintura que incluye algún que otro Picasso.TRES OSCAR… DE MOMENTOJack Nicholson es el actor más veces nominado a los Oscar (una docena de veces). Y también uno de los multipremiados; tres Oscar, en total: Mejor Actor Protagonista por «Mejor…imposible” (1998); Mejor Actor de Reparto por «La fuerza del cariño” (1984) y Mejor Actor Protagonista por «Alguien voló sobre el nido del cuco” (1976). De los Globos de Oro, casi ni hablemos: nominado en dieciocho ocasiones, ha ganado siete: los de los tres Oscar, más «A propósito de Schmidt”, «El honor de los Prizzi”, y «Chinatown”, y el Cecil B. DeMille, a toda su carrera.Una vez en la cumbre, se ha ido tomando las cosas con calma. En 1972 le ofrecieron (como se lo ofrecieron también a Dustin Hoffman y Warren Beatty) hacer de Michael Corleone en «El Padrino”, el papel que consagró a Al Pacino. Se negó; como se ha negado a tantas otras ofertas profesionales («El silencio de los corderos”, «El exorcista”, «La costa de los mosquitos”…) y tantas otras negativas personales: por ejemplo, a conceder entrevistas para la televisión durante años y años; sólo aceptaba ruedas de prensa. Ahora parece que va cambiando de actitud y recela menos de los periodistas, pero no lo suficiente porque lo cierto es que no aparece en ningún magazine televisivo, en ningún programa de entrevistas. ¡desde 1971¡. Es su forma de hacerse el difícil.Pero no es así con su entorno más íntimo. Amigo desde la juventud de Danny DeVito, las dos familias comparten fiestas y celebraciones y hasta la propiedad de un salón de peluquería de cierto prestigio. Además hay claros indicios de que el auténtico Jack, el privado, resulta bastante más sentimental que el hombre duro y descarado que intenta mostrar al exterior: sin ir más lejos, en su casa de Munholland Drive, en Los Ángeles, cuando murió su vecino Marlon Brando, compró la parcela para que nada, ni nadie, borrara su memoria. Y plantó flores. Pero le gusta pasar por malo y cultiva con esmero el icono de la maldad y el esperpento que le colocan en muchos de sus personajes; tanto es así que Bob Kane, el creador de «Batman”, lo recomendó personalmente a los estudios para encarnar al malvado Joker, el mejor de la saga Batman , según todas las encuestas. El, en cambio, en un arranque irreverente de los suyos, dijo que Joker era una versión psicótica de Bugs Bunny. Otra más de sus peculiaridades; colecciona ya unas cuantas, una más: desde hace treinta años usa un Mercedes Benz 600, no se separa de él porque es, a su juicio «…el mejor turismo de todos los tiempos”. Lo dicho: entre lo sentimental y lo fetén.