El cineasta realizó en 1982 el documental autobiográfico «Visita o memorias y confesiones» para que no se proyectara hasta después de su muerte

Oporto, la ciudad natar del desaparecido Manoel de Oliveira, y el próximo Festival de Cannes, estrenarán, sólo un mes después de su muerte, «Visita o memorias y confesiones», documerntal autobiográfico que rodó allá por 1982 con la premisa de que no se exhibiera hasta una vez fallecido.

Manoel de Oliveira quería mostrarse al mundo tal cual era, pero se sincera con tanta intensidad en la gran pantalla que le dio pudor proyectarla mientras vivía.

«Visita o memorias y confesiones» llega ahora al público en dos dobles sesiones gratuitas: Teatro Rivoli de Oporto (la ciudad de su vida) y Cinemateca de Lisboa. Paso previo para su desembarco en el inminente Festival de Cannes, donde le aguarda un homenaje al que fue director más longevo, pues tenía 106 años cuando cruzó el umbral.

Fue en la propia Cinemateca donde él mismo depositó una copia del mediometraje (68 minutos), que arranca con toda una declaración de intenciones: «El cine es mi pasión. Siempre sacrifiqué todo a la posibilidad de realizar mis películas». Tenía 73 años cuando filmó el documental en su casa modernista de la calle Vilarinha, en Oporto, con parte de los diálogos firmados por la escritora Agustina Bessa-Luís.

Diogo Dória y Teresa Madruga constituyen la pareja de actores que encarna a un matrimonio en pleno deambular por las estancias de la casa. Un itinerario surrealista que nunca se topa con el propietario del inmueble. Oliveira rememora sus raíces familiares, se deshace en elogios hacia las mujeres (la suya, María Isabel, aparece brevemente) y, cómo no, habla sobre el fantasma de la muerte.

También se detiene en uno de los episodios más duros de su dilatada existencia, cuando fue detenido e interrogado por la policía política de la dictadura de Oliveira Salazar. Catherine Deneuve y John Malkovich son algunas de las estrellas que le rindieron pleitesía cuando se produjo el deceso del precursor del neorrealismo y autor de «Aniki-Bobó», «El extraño caso de Angélica» o «El convento».

El cineasta portugués Manoel de Oliveira falleció el pasado 2 de abril a los 106 años de edad en su domicilio en Oporto. Considerado el cineasta más prestigioso de su país y uno de los más longevos del mundo, era uno de los pocos directores vivos en haber vivido la transición del cine mudo al cine sonoro y del cine en blanco y negro al de color.