La Iglesia de la Cienciología en el punto de mira por tráfico humano y explotación de menores

El FBI investiga, con probabilidad de acusaciones con cargos criminales, al actor Tom Cruise y a la peligrosa secta concoida como La Iglesia de la Cienciología. Así se publica en The New Yorker, donde el ex cienciólogo Paul Haggis («Crash», «En el valle de Elah») publicó una larguísima carta a su dirigente David Miscavige la pertenencia a la secta y lanzando gravísimas acusaciones.

Por ello, el FBI ha tomado el asunto bajo su mando y se investiga a la secta por tráfico humano y explotación de personas y menores, haciéndoles trabajar gratis, entre otras cosas para atender las excéntricas demandas del alto estilo de vida del actor Tom Cruise, uno de sus dirigentes. Tras 34 años de pertenencia a la secta, la carta de Haggis ha creado un monumental escándalo, revelando secretos de la llamada Iglesia de R.L. Hubbard, su fundador. La secta había sido investigada desde hace años pero ahora la cuestión ha alcanzado la gravedad que requería hace tiempo.

Aparentemente, Miscavige ordenaba a miembros de la secta poco afortunados trabajar hasta la extenuación y gratis en reparaciones de edificios privados, customización de potentes motos, años arreglando yates y mucho más para Tom Cruise y otros miembros de alto copete de la secta. Los más afortunados llegaban a cobrar la irrisoria cantidad de 50 dólares semanales por un trabajo de 24 horas, siete días a la semana. Aparte de violar varias leyes, la Iglesia evadía impuestos y «aceptaba donaciones» financieras de sus miembros. Además, algunos de los que escaparon a tiempo han denunciado el elevadísimo tren de vida de Miscavige, que viaja en jet privado, sólo usa zapatos confeccionados a medida, mantiene una impresionante colección de coches de lujo y motocicletas de altísima cilindrada y tiene dos chefs que vigilan su dieta.

Pero las investigaciones de momento se centran en el tráfico humano y la explotación a través de trabajos brutales no pagados. También se investigan los «campamentos» donde los nuevos miembros son reeducados (lavado de cerebro le llaman a eso en mi pueblo) y donde deben realizar trabajos y servir sus obligaciones «religiosas». Un miembro ya fuera, Bruce Hines, estuvo en estos campamentos nada menos que 6 años. Ha dicho a The New Yorker: «En 1995 entré con otros 12 «novicios». En 2000 éramos ya 120″. Un reportaje posterior en The New Yorker de Lawrence Wright, «Paul Haggis vs. La Iglesia de la Cienciología», demostró que en la secta no le daban importancia a las investigaciones. Las cosas han cambiado. Habrá que estar alerta a todo lo que se mueva en torno a este muy escabroso y secreto tema. Van a salir muchos esqueletos de bastantes armarios y si yo fuera el papá de Suri, estaría muy preocupado.