Marc-André Batigne, director de fotografía del filme desvela los detalles del cine del director palestino

Nada más y nada menos que de «poeta de la imagen” ha tildado Marc-André Batigne a Elia Suleiman durante la rueda de prensa en la mañana del lunes tras la proyección de «The time that remais» («El tiempo que queda»), la más reciente película del director palestino.

El director de fotografía Marc-André Batigne, colabora por tercera vez con Elia Suleiman, en lo que se convierte en una propuesta autobiográfica por parte del director palestino, en la que además el cineasta tiene la ocasión de interpretarse a sí mismo. La historia se desarrolla íntegramente en Ramala, con el conflicto árabe-israelí como telón de fondo, dando lugar a una película cargada de imágenes de una desgarradora belleza y de unos toques de un silencioso humor negro que reflejan la perplejidad con la que el director observa el conflicto.
«The time that remains» se convierte en una obra sobre los propios recuerdos de Suleiman que traduce los momentos de desconcierto e incertidumbre vividos en Nazaret en una serie de imágenes desconcertantes en las que se entremezclan momentos dramáticos con escenas desconcertantemente cómicas.
Según ha comentado Batigne, esta manera tan especial de contrastar humor con depresión es un recurso explícito de Elia Suleiman para jugar con las emociones del espectador, ahondando así en la propia naturaleza voluble del ser humano.
Sin lugar a dudas el lenguaje de Suleiman requiere una lectura diferente: planos fijos, estudiados con precisión matemática, rigurosamente estudiados y escogidos son el colchón sobre el que yacen escenas de imágenes intensas, pero de diálogos escasos. Tal y como nos comentó Batigne, el hecho de que la película no cuente con muchos diálogos facilita el hecho de que sea más cercana al espectador quien, a falta de palabras, se ve transportado a un universo diferente, que no es otro, en palabras de Batigne, que «el universo del país del cine”.
Conocedores de la historia del mundo en que habitamos, somos conscientes de que cada país ha sufrido, o sufre en la actualidad sus propios conflictos bélicos, lo cual facilita que películas como The time that remains, se acerquen al público y toquen en lo más hondo de sus emociones, que en el fondo, según Batigne, es «el propósito último del cineasta”.