La autora recuerda su mítica entrevista con el ex «hombre más bello del mundo», que hoy parece completamente acabado a sus 68 años

Fue muso, actor fetiche, pareja y viudo del exquisito director Luchino Visconti durante 12 años hasta su muerte en 1976 después de dejar un puñado de obras maestras. En plena decadencia y para un reality show alemán, tomó un vuelo a Singapur: el programa, «Dschunglcamp», algo así como «La isla de los famosos». Sucio, sin afeitar ni peinar, mal vestido, con la cara hinchada y borracho como un cosaco, tomó un avión en el aeropuerto de Francfort, según los portavoces del programa de la cadena RTL, que se propone emitirlo.

Acabado a sus 68 años, es famoso por sus escándalos y excesos. Se bebió en el aeropuerto una botella de champán y en el avión de la línea Qantas hacia Singapur cervezas y aguardiente. El ex «hombre más bello del mundo» vió como la tripulación se negó a seguir sirviéndole alcohol. El capitán decidió aterrizar en Dubai y hacerle desaparecer. El actor se calmó algo pero continuó insultando a pasaje y tripulación. El protagonista de «La caída de los dioses», «El retrato de Dorian Gray», «Luis II de Baviera, el rey loco» y «Confidencias».
Yo le entrevisté hace años en Locarno por otra película sobre Luis II a concurso en el Festival de Cine y me concedió tres horas, hablando sin parar e ingiriendo dos botellas de coñac. Me quedé sin casettes y el ya tartamudeaba. Le pregunté que por qué le tocó los senos a Pilar Miró, entonces directora general de la cosa del cine en la Zinemaldia durante una concurrida fiesta, y me dijo «porque era una mujer que con la mirada lo pedía a gritos». En El Mundo decidieron que ése fuera el titular. En el hotel Royal locarniense le tuvieron que llevar entre dos empleados. Yo salí corriendo y todavía sigo. Por si aca.