«Biufiful» de González Iñárritu presentada a competición en Cannes

La niña describe con el palabrajo un idealizado viaje a los Pirineos catalanes con motivo de su cumpleaños. La paternidad y las relaciones paterno-filiales, marca de la casa de Alejandro González Iñarritu (México D.F., 1963), es el eje alrededor del que pivota la esperadísima «Biutiful», el regreso a Cannes del mexicano que se hizo con el Premio del Jurado por «Babel» (2006) en este certamen. Inarritu ha comparecido con sus cuates Guillermo del Toro y Alfonso Cuaron, The Three Amigos (denominacion de la prensa estadounidense), en la produccion.

Y ha contado con un cómplice excepcional, Javier Bardem (Las Palmas, 1969), que inhabita a un perdedor nato, Uxbal, hacedor de empleos de esclavitud para inmigrantes ilegales chinos y top manteros senegaleses, buscavidas de baja ralea, malcasado con una mujer alcohólica de sindrome bipolar y pater amatísimo de dos criaturas angelicales, Ana y el pequeño Mateo, un crío golpeado que todavia se orina en la cama por miedos no superados. Bardem, en su mejor forma tras el Oscar por su diabólico Anton Chigurh de «No es país para viejos» (Ethan Coen, 2007), es un cadáver andante a lo largo de los 138 minutos de metraje. Un cáncer de próstata con metástasis en hígado y huesos le concede semanas de vida. Sin dinero, malviviendo en un lóbrego apartamento, con una ex mujer de pesadilla que se acuesta con su hermano Toni (Eduard Fernández, en plena forma) y una gentil china, Lili, que cuida de sus pequeños, Bardem busca una salida para sus hijos, a los que no quiere dejar solos en la mas sórdida Barcelona, la que no aparece en las guias turísticas.

Siempre al fondo, inalcanzable, la silueta de La Sagrada Familia o el Hotel Arts, paraísos vedados para los desahuciados de «Biutiful». Demacrado, ojeroso, delgado, descuidado…Bardem no necesita más que de su herida mirada para contagiar el dolor, desesperación y enfermedad de Uxbal, nacido para perder y morir como un perro. González Iñárritu es el creador de la historia original y del guión junto con Armando Bo y Nicolas Giacobone. El director de «Amores perros» (2000) ha optado por prescindir de su caracteristica narrativa fragmentada por una historia lineal que no obstante, se abre y cierra, circularmente, con un onírico dialogo entre Uxbal y su fallecido padre Mateo acerca de la muerte de las lechuzas y los sonidos de la mar y el viento. El director le ha dedicado el film a «mi hermoso y viejo roble…mi padre Héctor González Gama».

Chinos que esclavizan a sus compatriotas, obligándolos a trabajar horas brutales en almacenes sin ventilación confeccionando falsos bolsos de marca, capataces corruptos (el Mendoza de Karra Elejalde) que les contratan por sueldos de miseria, senegaleses que venden películas piratas en los top manta de la Plaza de Cataluña, naves en las que se hacinan los que esperan desesperados la temida deportación, chinos que mueren en almacenes en los que duermen por estafufas de gas defectuosas …González Iñárritu nos hace transitar por la Barcelona mas miserable e insalubre, donde almas perdidas buscan mejorar sus vidas y crear familias. Hay dos ejes morales en la historia, Bea (Ana Wagener), una curadora de almas a la que Uxbal pide consejo e Ige (Diaryatou Daff), una sin papeles senegalesa con un bebé llamado Samuel (por Etó) y que se puede convertir en una segunda madre para los pequeños huérfanos.

El arriesgado visionario que es González Iñárritu nos hace viajar hasta las videncias de Uxbal, capaz de hablar con los cadáveres y confortar a los familiares haciéndoles saber en que limbo y cómo se encuentran los que se han ido para siempre. Los chinos muriendo de gasificación pegados a los techos, el propio Bardem viendose a si mismo agonizar junto a las polillas que infectan el techo de su dormitorio, o un viaje a base de alcohol y cocaína tienen un efecto mareante en el espectador. Al final de su caída a los infiernos, Uxbal puede arreglar los huracanes que sus tormentas han provocado y morir en una relativa paz, mientras su doppelganger le observa al lado de la cama de su agonia con mirada conmiserativa. Y en palabras del director, «a veces nuestras vidas son asi: fracturadas, saturadas, emocionalmente eléctricas y, hasta dejarnos sin aliento, bellas». Al final del pase para la prensa de la mañana, tras una salva de aplausos y ya durante los creditos, los nombres de Alejandro Gonzalez Inarritu y Javier Bardem volvieron a concitar la sonora manifestacion de admiración por parte de los mas severos críticos. Pues, que viva México.

«Biutiful» de Alejandro González Iñárritu compite por la Palma de Oro del 63 Festival Internacional de Cine de Cannes.