EL MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE LOS ANGELES INAUGURARÁ EL 11 DE JULIO «Dennis Hopper Double Standard»

No hace ni una semana que el mundo perdió a un artista carismático, rebelde y lleno de talento. Además de actor único y mercurial, el director de «Easy Ryder», una bandera generacional, era un fotógrafo avezado. Siempre cámara en mano, se hermanó con Bigas Luna y eran frecuente sus viajes para cazar instantáneas únicas. Si destacó en algo, fue en retratos. A lo largo de su vida, fotografió a Martin Luther King, Ed Ruscha, Robert Rauschenberg, Andy Warhol, Bill Cosby o Dean Stockwell, por nombrar a algunos.

Sus portentosos retratos lo fueron de políticos, músicos, actores y artistas de variado pelaje. 200 piezas serán mostradas a partir del 11 de julio en una muestra cuyo comisario no es ni más ni menos que el «donostiarra» Julian Schnabel, amigo, pintor y cineasta. La exposición se abrirá bajo el título «Dennis Hopper Double Standard». Se completará con esculturas y pinturas del artista total.

En una reveladora entrevista publicada en 2009 por la edición dominical del británico The Times, Hopper habló de su arte: «No soy ese tipo de persona que mira hacia atrás en su vida, porque muchas veces no fue muy agradable para mí. Tengo grandes recuerdos, pero ni siquiera regreso allí, porque les acompañan sombras. Los dos únicos reproches que me hago es no haber dirigido más películas y ciertos trabajos lamentables. Sin embargo, la excepción fue mi experiencia artística, una experiencia vital que no cambiaría por nada. De aquello, no tocaría ni una coma».

Un año antes de su desaparición, el artista Hopper recibió un honor sin precedentes: el Museo Hermitaje de San Petersburgo le dedicó una sala para una muestra de sus pinturas, fotografía y esculturas. Fue el primer artista occidental vivo en conseguirlo. Nadie auguraba tan rápido final. Su última aparición en olor de multitudes fue en Cannes 2008, cuando defendió la abucheada «Palermo Shooting», en la que interpreta para su amigo Wim Wenders, Frank, La Muerte.

En octubre, fue internado de urgencia. El pronóstico: cáncer de próstata. Los primeros resultados fueron positivos. Pareció poder vencer a La Parca, en plan «El séptimo sello». Después llegó la increíble historia del divorcio de Victoria Duffy ya en su lecho de muerte, que no se pudo consumar, y el descubrimiento de su estrella en el Camino de la Fama de Los Angeles, muy frágil, acompañado de una legión de amigos y de su pequeña hija, por cuya custodia batallaba, ya tocado por la muerte.

Organizó cenas de despedida para su legión de amigos. Murió en paz, rodeado de los suyos. El pasado Cannes y días antes de su óbito, durante la presentación de su próxima «Didi Hollywood», le pregunté a Bigas Luna, su «hermano», si sabía algo de él. Consternado, el director me dijo: «debe de estar muy mal. No se me pone al teléfono. Ni siquiera contesta a mis e-mails». Ambos rodaron juntos en Estados Unidos la visionaria «Reborn». Desde entonces, les unió lo que Gonzalo Suárez define como una «fraternidad peckimpahiana»