Entrevista exclusiva son sus directores, con Joel y Ethan Coen

P.: ¿Formaron parte importante los westerns durante sus años mozos?

R. (Joel): No mucho. Fuimos los típicos niños que iban a una escuela judía, algo que no nos volvía particularmente locos, y recibíamos aquella educación. En los 60 lo que nos influyó fue la cultura pop. Crecimos en Minnesota, un territorio muy exótico para el resto de los norteamericanos. Los western no fueron nuestro plato favorito.

P.: En 1969, «Valor de ley», en la versión de Henry Hathaway, le valió a John Wayne su único Oscar. ¿Cómo llevó Jeff Bridges la cruz de meterse en las botas de Wayne?

R.: (Ethan): Le importó un carajo desde el minuto 1. Y era al único que le tenía que haber importado. Vaya, nos dijo que le importaba una mierda, con estas mismas palabras. Y yo personalmente no creo que fue el mejor trabajo de Wayne. Se considera una interpretación icónica porque le dieron un Oscar. Pero solo considerarlo por eso, por el Oscar, es un error.

P.: Insisten en que «Valor de ley» no es un western.

R.: (al unisono): !Porque no lo es!

P.: ¿Entonces?

R.: (Joel) Es «Alicia en el País de las Maravillas»… o quizá «Alicia en el país de Zane Grey». Nosotros vimos el western de Wayne de niños en la televisión, pero no tenemos apenas recuerdos de él. Ethan le leyó como lectura de cama a su hijo la novela de Charles Portis, y me comunicó su primera inquietud por llevarla al cine. Es una novela no convencional que se desarrolla en el Oeste, una novela divertida y algo perturbadora. Nuestra película no tiene nada, pero que nada que ver con el film de 1969.

(Ethan) Sin duda hay tipos con pistolas y que cabalgan. Y es una historia que ocurre en el Oeste, al igual que «Zane Grey». Nuestro amigo, el músico T Bone Burnett tiene una foto de cuando tenia 7 años, en Fort Worth, Texas, montado a caballo, con sombrero vaquero y pistolas de juguete. Nosotros, no. Me temo que hay una gran diferencia entre Fort Worth y Minnesota…

P.: Los caballos son unos de los grandes protagonistas de la película.

R.: A veces superaban las interpretaciones humanas. Teníamos magníficos entrenadores y reglas estrictas de lo que se les puede exigir y lo que no. Está todo reglado. Si un caballo tenía que cruzar un río, estaba estipulado a que temperatura debia estar el agua o lo lejos que la cámara debe de estar posicionada respecto del animal. Los caballos están enormemente protegidos. Los sindicatos establecen que un caballo no puede estar en agua helada… una adolescente, si. (Risas)

P.: Hablando de adolescentes, Hailee Steinberg es un descubrimiento fulminante como lo fueron Tatum O.Neal o Anna Paquin en «Luna de papel» y «El piano».

R.: Rachel Tenner, nuestra jefa de casting, estuvo recorriendo varios Estados sureños y entrevistó a cientos de chicas competidoras en rodeo y buenas jinetes. Cuando vimos audiciones de cientos de chicas, encontramos por accidente a Hailee en Thousand Oaks, California. En Los Angeles casi, como quien dice. Vaya que nos podriamos todos haber ahorrado el tiempo y el estres…

P.: ¿Escribieron el guión con Jeff Bridges en la cabeza?

R.: (Ethan) Pues, no. Pero fue finalizar la escritura y saber que él era nuestro Rooster Cogburn. Y tenía el cuerpo y la edad exactas. ¡Y sabía montar a caballo, algo que no sabíamos! Pluscuamperfecto…

P.: Firman los dos como directores por vez primera. ¿Cómo dividen el trabajo?

R.: (Joel) Lo hacemos todo juntos. Cuando escribimos, estamos los dos en una habitación con un sólo ordenador. (Ethan) Y yo suelo estar al teclado porque soy el que teclea mas rápido. Vamos escena a escena. Y cuando no estamos de acuerdo en algo, sabemos que vamos por el buen camino. Quiere decir que la historia funciona. Cuando estamos de acuerdo en todo…la escena se pierde y no conduce a ninguna parte. En el rodaje, es aun más sencillo. Cuando uno duda, le pregunta al otro. Y si el otro duda, se pregunta a bocajarro a quien esté a tiro. Fácil.