Dos pesos pesados del cine de autor han centrado la jornada del lunes en la Seminci

El primero en hacer acto de presencia ha sido el artista chino y activista Ai Weiwei que ha traído consigo «Human Flow”, un documental sobre los refugiados de dos horas y diez minutos de duración y que no escatima durante todo el metraje en lanzar datos escalofriantes intercalados con asépticos titulares que dan mucho que pensar sobre la crisis humanitaria en la que se está viviendo.

De hecho el filme busca concienciar a los que tienen voz para que hagan un llamamiento a todos aquellos poderes que tienen una baza para solucionar el problema y a los que únicamente les mueve los intereses económicos.

En la actualidad hay más de 60 millones de personas desplazadas en el mundo, en su mayor parte debido a conflictos bélicos, aunque también hay desplazados a causa del cambio climático y el hambre que conlleva. La cifra de refugiados equivale a toda la población francesa.

La producción de «Human Flow” se ha alargado algo más de un año y se han visitado más de 23 países, entrevistando más de 600 personas y grabando cerca de 900 horas. Un trabajo totalmente faraónico, especialmente si se tiene en cuenta que en la génesis del proyecto se trataba de algo mucho más personal donde el propio Ai Weiwei, teléfono móvil en mano, se proponía retratar una realidad que le superó y que fue creciendo a medida que fue profundizando en el tema de los refugiados.

Lejos de las imágenes desgarradoras que se podrían suponer a una cinta como esta, «Human Flow”, que alguna tiene, la cinta está plagada de imágenes sugerentes y hermosas que contrastan con la realidad de la que se está hablando. Algo que compensa en parte el dolor y transmite cierto grado de esperanza.

Uno de los sellos de identidad de «Human Flow” es la reiterada presencia de Weiwei en los diferentes campos de refugiados, algo que el realizador ha defendido asegurando que él mismo ha sido y se siente como un refugiado: «Me identifico especialmente con los niños. Si hay algo que nos une a los refugiados es el deseo de vivir, una esperanza de encontrar un empleo y vivir”. Weiwei ha recordado su propia infancia cuando su padre fue desterrado para trabajar en el campo y él tuvo que vivir con su familia en una gruta.

El segundo trabajo a competición de la japonesa Naomi Kawase de la que aún se guarda un grato recuerdo de el que había sido hasta el momento su último trabajo: «Una pastelería en Tokio». En esta ocasión ha presentado «Hiraki” («Hacia la luz»), una cinta mucho más ambiciosa y lírica que narra la historia de una audiodescriptora de películas que conoce a un famoso fotógrafo que padece una enfermedad que le dejará ciego irreversiblemente. La luz, la descripción de los objetos, el cine, los sentidos y las pérdidas se mezclan en esta película que no deja de ser una declaración de amor al cine, por lo que este filme está dedicado a los enamorados del cine del mundo.