Se le otorga al actor madrileño como reconocimiento a su trayectoria cinematográfica y su compromiso social

El Jurado del Premio al Cine y los Valores Sociales 2009, organizado por la FAD, en colaboración con la Academia de Cine, EGEDA y FAPAE, ha decidido de forma unánime conceder el galardón al actor Álvaro de Luna por «su compromiso constante con los valores sociales, demostrado en muchos ámbitos y trascendiendo incluso su carrera cinematográfica”.

El Premio al Cine y los Valores Sociales pretende galardonar la trayectoria de aquellas personas que, a través del cine, han sabido interpretar la realidad desde los valores sociales y humanos, así como resaltar la dimensión educativa del cine, capaz de entretener y divertir, de transmitir emociones y sentimientos y también de promover e invitar a la reflexión.
El Jurado de esta edición ha estado compuesto por los directores José Luis Borau y Montxo Armendáriz, galardonados con el Premio al Cine y los Valores Sociales en las ediciones de 2007 y 2008; la periodista Concha García Campoy; el actor Manuel Alexandre; Álex de la Iglesia, presidente de la Academia de Cine; Enrique Cerezo, presidente de EGEDA; Pedro Pérez, presidente de FAPAE e Ignacio Calderón, director general de la FAD.
El galardón será entregado a Álvaro de Luna por Su Majestad la Reina en un acto que se celebrará el próximo martes, 3 de noviembre, a las 18.30 h., en la sede de la Academia de Cine de Madrid.
Álvaro de Luna (Madrid, 1935) llegó al cine casi por casualidad. Después de su incursión en el mundo de la Medicina fue contratado como especialista en una película de Paco Lara por su habilidad con la espada –practicaba esgrima-, su pericia encima de un caballo y su potente lanzamiento de jabalina. Aptitudes perfectas para convertirse en romano o cuatrero. De hecho, y aunque su primera oportunidad vino de la mano de Antonio Isasi Isasmendi y «La Máscara de Scaramouche», su andadura cinematográfica comenzó interpretando papeles en spaghetti-westerns como «Navajo Joe», «Desafío en Río Bravo» o»Arizona Colt». A partir de entonces se consolidó y popularizó su presencia como actor secundarioen muchas películas españolas… aunque él nunca estuvo muy de acuerdo en eso de «actores secundarios”. Desde su punto de vista, «no hay primeros o segundos actores, sino buenos o malos actores”.
Pero sin duda el papel que inmortalizó a Álvaro de Luna fue el del entrañable Algarrobo, compañero inseparable en la pequeña pantalla de Curro Jiménez. Un papel que le ha marcado durante toda su carrera: «seguramente si no hubiera hecho el Algarrobo no sería el actor que soy hoy”. Corría entonces el año 1977 y, no sólo profesionalmente, hubo cambios en la vida de Álvaro de Luna. Viviendo en Rondadurante el rodaje de la serie, se casó y tuvo a su primera hija. El actor se convirtió en una de las caras más populares de la televisión. Participó en «La Barraca» y se hizo asiduo de Estudio 1.
Desde entonces, Álvaro de Luna ha compartido escenarios con actores de la talla de Fernando Fernán Gómez –a quien considera su maestro- o José Bódalo. Y se ha puesto a las órdenes de prestigiosos directores como José María Forqué («La cera virgen»), Fernando Fernán Gómez («Crimen imperfecto»), Carlos Saura («Dulces horas»), Mario Camus («El prado de las estrellas»), Antonio Mercero («¿Y tú quién eres?»), Ray Loriga («Teresa, el cuerpo de Cristo»), Imanol Uribe («El viaje de Carol») o Montxo Armendáriz («Silencio roto»).
En toda su carrera, Álvaro de Luna ha intentado buscar papeles o proyectos en los que pudiese volcar «algo de sentimiento”. Interpretaciones que encajasen con su forma de entender el cine que, en sus propias palabras, es «un cine de valores, la forma que más me interesa, la de la vida, la relación del amor, la relación con los padres… ese es el cine que a mí me interesa”. En cuanto a los valores sociales, él mismo afirma: «Me gustaría pensar que mis personajes han transmitido, han transpirado, esas posturas tan poco posmodernas de la honestidad, la sencillez, el esfuerzo, el orgullo por la tarea bien hecha, la tolerancia, la firmeza en las convicciones, la consistencia en la conducta o la fuerza a la hora de defender los derechos propios y los de los demás”. Más allá de su carrera cinematográfica, Álvaro de Luna ha demostrado de forma incansable su compromiso social en distintos ámbitos.