El Festival de San Sebastián presenta a un insólito Antonio Banderas que produce y protagoniza «Autómata”

El cine de género has tomado posiciones en la competición del Festival de San Sebastián en la jornada dominical, la de más afluencia a las salas. Antonio Banderas ha presentado «Autómata”, una historia de ciencia ficción apocalíptica que produce y protagoniza, y Tom Hardy, Noomi Rapace y el desaparecido James Gandolfini, el thriller mafioso «La entrega”, dedicado, como no podía ser de otra forma, a la memoria de Gandolfini. Y como complemento, dos dramas daneses de relaciones familiares.

«Autómata” está dirigida por Gabe Ibáñez, que tuvo un excelente debut con «Hierro”. Está hablada en inglés, por aquello de buscar mercados internacionales, y junto a Banderas están en el reparto Brigitte Sorenson, Dylan McDermott y Melanie Griffith, que tiene una breve aparición. La acción se sitúa en un futuro no demasiado lejano en el que las radiaciones solares han acabado con la mayor parte de la humanidad. Los supervivientes viven en una enorme ciudad amurallada conviviendo con autómatas, unos robots cuyos protocolos de seguridad les impiden hacer daño a un humano y no poder auto repararse ellos mismos. Una forma que tienen los humanos para tenerlos controlados. En este contexto, Antonio Barderas de Jacques Vaucan, un agente de seguros de la corporación cibernética ROC fabricante de los autómatas, que está a punto de ser padre. Vaucan investiga una serie de extraños casos que involucran a autómatas que han trasgredido sus protocolos de seguridad. Lo que en principio parece un expediente rutinario arrastrará a Vaucan a ser testigo de acontecimientos determinantes para el futuro de la Humanidad.

Lo mejor de la película lleva el nombre de Antonio Banderas, que muestra una imagen insólita, con la cabeza rapada, desenvolviéndose perfectamente en el cine de acción futurista interactuando con autómatas. Rompe con cualquier estereotipo posible que se tuviera del actor. Lo peor está en guion previsible (no deja de ser un ‘western’ del futuro), lleno de cabos sueltos. Gabe Ibáñez sabe manejar a su antojo este tipo de superproducciones (que ha rodado en Rumanía para ahorrar costes). En el pase para la prensa, la película no gustó, pero es que es un tipo de cine muy poco indicado para un Festival como el de San Sebastián. El filme se volverá a presentar en el Festival de Cine Fantástico de Sitges y allí, sin duda, será un gran éxito, porque es una película pensada sobre todo para jóvenes entusiastas del género. Y en cualquier caso Gabe Ibáñez es uno de estos jóvenes directores españoles surgidos en los últimos años, con un universo propio y muchas cosas que decir, al que no convendrá perder la pista.

«La entrega”, producción estadounidense dirigida por Michael R. Roskan que se nueve entre mafiosos de los suburbios neoyorquinos. El crimen organizado utiliza una serie de bares de barrio como «buzones” para el blanqueo de dinero. Cuando un solitario barman de Brooklyn, descubre una entrega de un tipo distinto bajo la forma de un aporreado cachorro de pitbull al que salva de una muerte cierta, entra en contacto con una misteriosa mujer que oculta un tenebroso pasado. Es una película de la que no conviene desvelar demasiado porque está llena de giros de guion que provocan que nada sea lo que parece. Es un thriller muy sólido, que desarrolla el universo, no por muy mostrado menos insólito, de los pequeños mafiosos de barrio, que funcionará muy bien en la taquilla. En el Festival ha sido muy aplaudida.

En la competición se han visto también dos producciones danesas: «Silent Heart”, de Bille August, el oscarizado director de «Pelle el conquistador”, del que en los últimos meses se ha visto en las pantallas españolas «Tren de noche a Lisboa”; y «Una segunda oportunidad”, coprodución con Suecia de Susanne Bier que a su vez también ganó el Oscar por «En un mundo mejor”. La película de August es un intenso drama familiar, heredero de las últimas películas (salvando todas las distancias) de Ingmar Bergman: Tres generaciones de una familia se reúnen un fin de semana de verano, para celebrar con anticipación la Navidad. Las hermanas, Sanne y Heidi, han aceptado que su madre, enferma terminal, desee poner fin a su vida antes de que su estado empeore y esa cena será una despedida. Pero según transcurre el fin de semana, la decisión de la madre resulta cada vez más difícil de aceptar y viejos conflictos salen a la superficie. La acción del filme apenas sale de la enorme casa familiar en el campo, donde vive la madre con su marido, que seré el encargado de facilitarle esa «muerte digna y aceptada”. Se apoya en los diálogos y en los poco conocidos pero eficaces actores (Ghita Nørby, Paprika Steen, Danica Curcic y Morten Grunwald). Como muchas de las películas de países luteranos, esta también habla de las relaciones familiares y de la culpa en una sociedad del bienestar.

«Una segunda oportunidad”, de la también danesa Susanne Bier presenta a un grupo de gente normal enfrentada a situaciones extraordinarias. Con Nikolaj Coster-Waldau, Ulrich Thomsen y Maria Bonnevie en el reparto, se plantea hasta dónde pueden llegar las personas decentes cuando la tragedia borra las líneas que separan lo justo de lo injusto. La trama sigue a Los amigos Andreas y Simon, dos policías que viven de forma muy diferente. Andreas es feliz con su mujer y su hijo; Simon acaba de divorciarse y se emborracha regularmente. Todo cambiará cuando intervienen en la pelea de una joven pareja de yonquis y descubren a un bebé en un armario. Andreas, el hombre estable, obligado a enfrentarse a su impotencia, empieza a perder su idea de la justicia. El rebelde Simon deberá restaurar el equilibrio entre el bien y el mal. Una película correcta, que como la anterior, también incide en las relaciones familiares.