Una secuela de «La bueba vida», la ópera prima del director en la que 22 años después recupera a los personajes de Lucía Jiménez y Fernando Ramallo

La penúltima jornada del Festival de Málaga ha acogido la presentación de «Casi 40», el último largometraje de David Trueba en el que ha retratado el triunfo de la superficialidad frente a la autenticidad y la verdadera felicidad. A través de sus protagonistas -a quien dan vida los actores Lucía Jiménez y Fernando Ramallo- el director quiere sacudir a los espectadores para advertirles del error que cometen al vivir en una ficción continua, engullidos por la degradación del entramado económico, social y cultural.

David Trueba ha manifestado que quiere abrir un debate necesario y desafiar al público a reflexionar, a que despierten y reconduzcan el rumbo de sus vidas. De esta forma ha recordado que cuando las personas viven en un mundo irreal, éste termina desmoronándose porque está sustentado por pilares de caramelo. Y cuándo todo se derrumba, llega la agonía y el desasosiego, ha sentenciado.

Con esta línea argumental como motor de arranque, Trueba ha sido capaz de retratar el abismo que supone acercarse a la edad crucial de los 40 y la responsabilidad que conlleva enfrentarte a una nueva década en la que empiezas a ser consciente de todo lo que te queda por cumplir en la vida, pero también se concibe como un tributo de amor a la cultura. Aporta una reflexión muy crítica sobre la desafección de la sociedad actual hacia todo lo cultural y la obsesión por el narcisismo a través de ejemplos muy empíricos como la adicción al gimnasio y el deseo de alcanzar el físico perfecto.

Para conseguir todo esto, David Trueba ha añadido que en la cinta suele expresar temas trascendentales a través de pequeñas anécdotas. En este sentido, el cineasta ha insistido en que el guión realiza de una forma evidente la crítica social de algo que considera un síntoma preocupante, debido a la frivolización extrema del mundo que nos rodea. Se refiere a la obsesión por el aspecto externo en una realidad donde las apariencias importan más que las verdades. Cuando la pose para transmitir una imagen de falsa felicidad cobra más relevancia que centrarse en llevar una vida plena, quiere decir que ha llegado el momento de replantearnos todo. Trueba considera que esta tendencia está generando ansiedad y frustación y este estado es precisamente el que ha querido reflejar a través de la amargura que envuelve a sus personajes, pero con un trasfondo optimista y esperanzador.

A los protagonistas les acompañan Carolina África, Vito Sanz, quienes completan el reparto. Una modesta gira de conciertos por librerías de localidades de Castilla y León vuelve a reunir a dos amigos de juventud. Ella, cantante de éxito, ya retirada de la escena. Él, que sobrevive como vendedor de productos cosméticos ecplógicos, pretende relanzar la carrera musical de quien fue su amor de adolescencia. Parece una escena cotidiana pero está plagada de mensajes íntimos, profundos y reveladores. David Trueba ha aprovechado la gira promosional de su última novela, «Tierra de campos», pera rodar a la vez esta película sin ninguna publicidad.

A través de toda esta lectura filosófica y existencialista, Trueba ha hecho hincapié en que quiere dejar claro que está en nuestra mano cambiar el rumbo de nuestras vidas, en ningún momento pretende aportar una visión pesimista sino todo lo contrario. Todavía estamos a tiempo de despertar al igual que sus personajes.

También en la compretición de Málaga, la película argentina «Invisible», de Pablo Giorgelli, que retrata el desamparo y la soledad de las adolescentes cuando se enfrentan al aborto tras sufrir embarazos no deseados. La película cuenta la historia de Ely-interpretada por la actriz Mora Arenillas-, una joven adolescente de 17 años a partir del día en el que descubre que está embarazada. Este tema le ha servido para reflejar el desamparo familiar y social de la juventud en un mundo en el que los adultos no saben cómo tratarles ni comunicarse con ellos. Y como contexto ha elegido un país que, según Giorgelli, ignora y criminaliza esta problemática cada vez más presente e imparable. Ha asegurado que el aborto sigue siendo un tema tabú en Argentina y por ello quiere invitar al público a reflexionar.

Durante la rueda de prensa, el cineasta ha reconocido que la dirección ha sido muy compleja por su propia temática, ya que, en Argentina el aborto sigue siendo ilegal y la sociedad está muy dividida-ha insistido-. De esta forma se ha esforzado en justificar que con esta película no pretende aleccionar sobre si se debe estar a favor o en contra del aborto sino que pretende aportar una visión crítica del contexto que rodea los adolescentes de hoy en día que sufren episodios como el de Ely. Para relatar la realidad que ha querido transmitir en su cinta ha utilizado el ejemplo de que en Argentina es más fácil poder intervenir a un perro que acaban de atropellar que a una joven que casi no se atreve a ir a un centro de salud porque prácticamente la expulsan de allí.

Entre las diferentes lecturas que tiene «Invisible», el director también intenta enfocar al público hacia la educación como una solución preventiva. Por último, el director ha destacado la gran fuerza del papel de su protagonista porque la actriz ha sido capaz de transmitir emociones y despertar empatía casi sin necesitar diálogo.