EN SU HONOR SE CELEBRARÁ UNA GALA ESPECIAL EL DÍA 8 DE ABRIL EN EL TEATRO CERVANTES

El Festival de Málaga quiere homenajear a uno de los nombres claves de la historia del cine, Rafael Azcona, fallecido el pasado 24 de marzo, cuya desaparición se ha conocido hoy. Guionista de algunos de los títulos más emblemáticos del cine español, Rafael Azcona recibió el Premio Ricardo Franco en la 9ª edición del Festival de Málaga en el año 2006.

El día 8 de abril, el Festival de Málaga volverá a dedicarle
un merecido homenaje a Rafael Azcona en una gala que tendrá lugar en el Teatro
Cervantes. En el año 2006 el certamen, además de concederle el Premio Ricardo
Franco, ofreció un ciclo con algunas de sus películas más representativas: «¡Ay,
Carmela!, de Carlos Saura, «El año de las luces”, de Fernando Trueba, «El
pisito”, de Marco Ferreri, «El verdugo”, de Luis García Berlanga, «La escopeta
nacional”, de Luis García Berlanga, «La prima Angélica”, de Carlos Saura, «Plácido”,
de Luis García Berlanga, «Tamaño natural”, de Luis García Berlanga, «El vuelo
de la paloma”, de José Luis García Sánchez” y «Mi hija Hildegart”, de Fernando
Fernán Gómez.

Pese a su tradicional timidez que le ahuyentaba de asistir a
homenajes y encuentros con la prensa, Azcona asistió al homenaje malagueño de
2006 (además se coeditó un libro sobre este guionista) y concedió una
abigarrada y divertidísima rueda de prensa con los medios de comunicación
presentes en el certamen.

PESAR EN LA ACADEMIA DE CINE

La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España
ha difundido hoy una nota en la que manifiesta su pesar por la desaparición de
Rafael Azcona. Según palabras de Ángeles González-Sinde, Presidenta de la
Academia de Cine: «Dentro de los oficios del cine, el de guionista es, sin
duda, el que presenta más dificultades, pues consiste en hacer cine a ciegas,
en pintar sin pinceles. Rafael Azcona fue un maestro en ese arte especulativo
dictando los más precisos manuales de instrucciones para hacer obras maestras. Fue
un extraordinario observador del comportamiento humano, magnífico y cuidadoso
retratista de nuestras contradicciones, grandezas y miserias. Pero además lo
hizo desde un estilo personal que jamás fue «a la manera de» sino a
la de su propia voz. Esa voz que escarbaba y bebía de lo más puramente español,
lo más distintivo y valioso de nuestra cultura y sociedad. Como Goya, Buñuel o
Cervantes, supo expresar e investigar en todo aquello de lo que generalmente
nos avergonzamos, con una gran capacidad para el humor en circunstancias no
siempre favorables»