Aura Garrido y Javier Pereira protagonizan un juego de seducción que se convierte en pesadilla

En esta Semana Santa está previsto que se inicie el rodaje de «Stockholm», la historia de un secuestro y del padecimiento del denominado Síndrome de Estocolmo a la que se le ha dado la vuelta para alejarla del thriller al usoy transformarlo en un juevo de seducción convertido en pesadilla. Javier Pereira y Aura Garrido son los protagonistas.

La película es el segundo largometraje que dirige Rodrigo Sorogoyen (primero en solitario tras «8 citas» que codirigió con Peris Romano en 2008).
«Una noche, en una discoteca, ves a una chica y te enamoras automáticamente. Consigues estar con ella el resto de la noche. ¿Qué ocurriría si al día siguiente no es la chica que parecía ser? Una noche, en una discoteca, estás cansada y viene el típico chico que dice que se ha enamorado de ti. Notas que te gusta y terminas accediendo a pasar la noche con él. ¿Qué ocurriría si al día siguiente no es el chico que parecía ser?» Este es el planteamiento argumental de «Stockholm», cuyo guión firman Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen.
«Lo primero que los dos guionistas quisimos escribir era la historia de un secuestro y poder introducir el padecimiento del Síndrome de Estocolmo. Pero nos interesaba darle una vuelta de tuerca al tono. Queríamos una historia cotidiana, no una película de acción o policiaca», aseguran Peña y Sorogoyen. De esta manera, una vez anclado el paralelismo del síndrome en la historia, lo fueron dejando de lado para centrarse en contar cómo un juego de seducción, sin a priori importancia, se convertía en una verdadera pesadilla.
«Ambos guionistas comentábamos cómo sería una película donde hacia la mitad cambie completamente, los personajes hayan cambiado, la luz haya cambiado, el espacio haya cambiado, rodar de manera distinta las dos partes», aseguran. «Queríamos escribir una película fundamentalmente psicológica. Es decir, una película donde el espectador estuviese obligado a pensar en el porqué de las actuaciones de los personajes. Y sobre todo sintiera la necesidad de posicionarse. No a favor de uno o de otro, pues no se trata de establecer juicios, sino a posicionarse en algún punto de una enorme línea con multitud de posibilidades. Lo interesante es que creemos que cualquiera de esos puntos es un lugar muy incómodo», añaden Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen.