«Port Arthur”, en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid, recuerda el asesinato de 35 personas en Australia

«Port Arthur” es, sobre todo, un ejercicio interpretativo y de dirección de primer orden. La obra, que pertenece al teatro documento, un género muy en auge últimamente en la cartelera madrileña, reproduce lo que se dijo en una sala de interrogatorios de la prisión de Risdon, en Tasmania, Australia, el 4 de julio de 1996.

Martin Bryant, un joven con sus capacidades intelectuales disminuídas, fue acusado –y posteriormente condenado- por asesinar a 35 personas a tiros, en la mayor matanza que se ha dado en Australia, y que, en su día, conmocionó al mundo. Jordi Casanovas, dramaturgo catalán que se ha especializado en escribir teatro documento –suya es la versión teatral y cinematográfica de la obra «Ruth-Bárcenas”, que obtuvo un importante éxito hace tres años- se ha basado en la transcripción del interrogatorio al que fue sometido Bryant por dos policías y que se puede localizar en Wikileaks. «Port Arthur” se sostiene, sobre todo, por la sensacional, contenida y deslumbrante interpretación de Adrián Lastra, actor de amplios registros, como ya demostró en 2015 en el Español de Madrid con la versión teatral de «El discurso del rey”, pero ahora con un trabajo que lo conduce casi al extremo de lo imposible: está en escena esposado, envuelto en una enorme peluca de color rubio, atrapado en la inmovilidad de una silla de ruedas permanentemente quieta. Y habla en un tono monocorde y cansino, igual que Bryant en el interrogatorio real, pero logra hacer creíble su personaje, dotarlo de personalidad en una extenuante carrera contra el más difícil todavía.

Y el director de la obra –que se representa en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid-, David Serrano, mantiene a pulso la tensión y el suspense, como ya consiguió en anteriores trabajos, como «Lluvia constante” o «Bajo terapia”. David Serrano es un extraordinario creador de atmósferas. El veterano Joaquín Climent interpreta a un policía dolorido ante un hecho atroz, pero que lucha permanentemente al filo de su paciencia para obtener la confesión del detenido. Joaquín Climent es un duro lleno de humanidad o un tipo eminentemente humano que busca revestirse de dureza. Así han sido muchos de sus personajes. Climent es un actor eminentemente de teatro, como ya demostró siendo muy joven en el remoto montaje de «Seis personajes en busca de autor”, de Pirandello, dirigido por Miguel Narros en 1982, en el Teatro Reina Victoria. Y Javier Godino cumple bien con el papel de policía joven que busca la complicidad del acusado.

«Port Arthur” despierta en el espectador dudas sobre lo que ocurrió aquella trágica mañana en Australia. Y deja el dolor que causa el ser humano cuando se transforma en monstruo. En definitiva, una obra teatral magnífica.