Junto con sus hermanos impulsó la creación de películas como «Solo se muere dos veces», «Los cronocrímenes» y el corto nominado al oscar «7:35 de la mañana»

Este martes 15 de abril ha fallecido en Bilbao el productor y cineasta Javier Ibarretxe, a los 52 años. Miembro del llamado «clan Ibarretxe» de cineastas vascos, Javier era uno de los diez hermanos Ibarretxe, de los que cuatro se dedican al cine: Javier era el productor, José Miguel y Esteban directores y guionistas y Santiago, el músico.

En un comunicado, el Gobierno vasco ha lamentado «profundamente» el fallecimiento del productor y cineasta bilbaíno y se une al «dolor» del cine vasco. El ejecutivo vasco ha trasladado sus condolencias a familiares, amigos y allegados de Javier Ibarretxe, en este «duro momento». El Gobierno vasco ha recordado que la afición y vinculación al cine de Ibarretxe, socio y fundador, junto con sus hermanos, de la productora Ibarretxe & Co.
Javier Ibarretxe nació en 1961 en Bilbao. Se matriculó en el Taller de Imagen de Getxo donde comenzó a realizar cortometrajes. Pasó de ser alumno a impartir clases en la misma escuela. Años más tarde, dirigió junto con sus hermanos, Esteban y Miguel Angel la serie de televisión «Las memorias de Karpo Vantas» y en 1996 coprodujo su primer largometraje, «Sólo se muere dos veces». Desde entonces, había realizado numerosas producciones cinematográficas con la productora Armonika Entertainment, creada con sus hermanos. En su larga trayectoria, en 2005, produjo «7:35 de la mañana», el cortometraje de Nacho Vigalondo por el que estuvo nominado al Oscar. También volvió a producir a Nacho Vigalondo su primer largometraje, «Los cronocrímenes». Ibarretxe firmó «Aballay, el hombre sin miedo», «Sabotaje» o «Las acacias». Su último trabajo, junto con sus inseparables hermanos, fue «Un mundo casi perfecto». También, puntualmente, trabajó ocasionalmente de actor. «Yo creo que en el fondo a todo el mundo le gustaría dedicarse al cine porque al fin y al cabo es escribir vidas que no son la tuya hacer realidad aventuras que nunca podrán tener», había dicho.