«The City of Your Final Destination» se ha estrendo en el Festival de roma

En 81 años de vida, al californiano James Ivory no le había dado tiempo a viajar a Latinoamérica. El pasado año lo hizo finalmente gracias a la fascinación que le produjo la novela de Peter Cameron, «The City Of Your Final Destination», muy popular en Italia al haber sido publicada por la editorial Adelphi. Eso convoco al publico romano en masa en la cuarta edición de su Festa del Cinema de la capital.

Ivory ha cruzado el océano acompañado de su fiel guionista Ruth Prawer Jhabvala y sir Anthony Hopkins, quién fuera su reprimido mayordomo de «Lo que queda del día», el creso enamorado Wilcox en «Retorno a Howard’s End» y en un registro menos afortunado, Pablo Picasso. A los cuatro años de la muerte de su fiel productor, Ismail Merchant -para el que prepara un magno concierto para 2011-, lo hizo acompanado del productor Paul Bradley y en la pampa argentina -gauchos autenticos incluidos- recreó las estancias y amplias geografías uruguayas en las que se desarrolla la acción. Esta pivota sobre la figura ausente de un escritor suicida y la investigación de un profesor de literatura por recrear su misteriosa vida. A ello se oponen, su viuda, amante, hermano e hija, que conviven en una decadente hacienda. El maestro Ivory, quién en encuentros con la prensa dio muestras de vitalidad y humor, se pudo rodear de un reparto internacional con Charlotte Gainsbourg, Laura Linney, Alexandra Maria Lara y Omar Razaghi. Lo mejor de todo, la banda sonora de Jorge Drexler, Oscar por la musica de «Diarios de motocicleta», quien acompañó al autor de «Una habitación con vistas» a Roma. Ivory narró la heroica anécdota de Drexler -cantó su canción al recibir el Oscar, previamente vetado al no ser famoso para hacerlo- y su decisión de contratarlo desde aquel momento. Drexler explicó como la guitarra española le ayudó a recrear las atmósferas musicales de su tierra uruguaya y Alexandra María Lara («Der Untergang») sedujo a la audiencia recordando sus dudas para encarnar a la tremenda «bruja» que es su personaje. La película, que a veces cae en jardines de difícil salida, finaliza en Madrid, durante una sesión en la Ópera, con unos finales felices para todos de variada índole.