CON DIRECCIÓN DE JOSÉ LUIS GÓMEZ, EL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL ESTRENA UNA FÁBULA CON MÁS PREGUNTAS QUE RESPUESTAS

El Centro Dramático Nacional estrena este jueves en el teatro María Guerrero de Madrid «La paz perpetua”, una fábula sobre el terrorismo a través de la parábola de tres perros policías, un texto de Juan Mayorga con dirección de José Luis Gómez, que estará en cartel hasta el 8 de junio.

«No es un espectáculo de tesis más o menos plomizo y sí una
experiencia teatral intensa que, más que del terrorismo, habla de los dilemas
morales a los que nos aboca el terrorismo”, dice Juan Mayorga. Es una reflexión
dramática y ética sobre el terrorismo y el contraterrorismo, sobre las
renuncias a la libertad en favor de la seguridad planteada en clave de fábula.
Lo hace «con más preguntas que respuestas” y trata deliberadamente de
«incomodar al espectador” en el mejor sentido del término.

«Hay un teatro que quiere confirmar certezas y otro que
desestabiliza, cuestiona y obliga al espectador a cuestionarse sus propias
ideas y certezas. Es éste el teatro que más respeta al espectador y al que
pertenece ‘La paz perpetua’ ” explica un Juan Mayorga que ha echado mano del milenario
recurso de convertir a los personajes en animales y de Enmanuel Kant y su
tratado para la cooperación pacífica entre las naciones para titular la pieza.

El Premio Nacional de Teatro y autor de dramas como «Últimas
palabras de Copito de nieve” o «La tortuga de Darwin” reúne ahora a tres perros
enrolados en un cuerpo de élite contraterrorista que, en un lugar secreto,
compiten por el codiciado collar blanco que les distingue como perros
antiterroristas, «una profesión con mucho futuro”. Los canes incomodarán al
espectador con preguntas «tan pertinentes como candentes” según explica José
Luis Gómez, director del Teatro de la Abadía que coproduce la obra con el CDN.

Precisa Juan Mayorga que la esencia del debate que plantea
se resume en la pregunta ¿Libertad o seguridad? «Inquirimos a los ciudadanos si
están dispuestos a renunciar a algunos derechos básicos para sentirse más
seguros”. «No hay justificación alguna para el terrorismo, pero mi obligación
es plantearme qué políticas antiterroristas puedo apoyar y cuáles no, y sin
justificarnos nunca en que el enemigo haría esto a aquello; si hacemos lo mismo
que el terrorista la derrota está clara” plantea un Mayorga que hace suya una
frase de Noel Ignatiev: «las democracias han de luchar contra el terrorismos
con una mano atada a la espalda”.

CONCLAVE CANINO

Gerardo Vera, máximo responsable de CDN, lanzó el desafío y
comprometió a Mayorga a reflexionar en clave escénica sobre el terrorismo
dándole «carta blanca”. El resultado es esta reunión escénica de «cuatro perros
y un ser humano” que encarnan José Luis Alcobendas (Odín, astuto y hecho a sí
mismo), Julio Cortázar (John-John, ingenuo producto del laboratorio), Israel
Elejalde (Enmanuel, perro filósofo que toma el nombre de Kant), Fernando
Sansegundo (Casius, un labrador experimentado) y Susi Sánchez (ser humano).

«Estuve inicialmente tentado de rechazar un encargo incómodo
que me planteaba muchas dudas morales, pero finalmente acepté y acabó por
absorberme”, reconoce Mayorga. Tras varias tentativas, comprendió que no podía
abordar el tema «ni desde la perspectiva de la víctima, ni del terrorista, ni
del policía” de modo que optó por reunir a «un pastor alemán, un rottweiller
impuro y un perro de laboratorio que, bajo la supervisón de un labrador víctima
del terrorismo, compiten por entrar en el K-7, el cuerpo de élite
antiterrorista”. Son unos animales que «podrían matar por un trozo de carne o
por su territorio, pero que observan atónitos la violencia terrorista, una
violencia específicamente humana con la que los perros se relacionan”.

En este cónclave canino y humano se plantean «preguntas
activas” como ¿hubo vuelos de la CIA?, ¿existen Guantánamo o Abu Grahib? ¿el
lícito encarcelar a la gente sin cargos y por tiempo indefinido? ¿hay guerras
justas e injustas? o ¿cómo defendemos nuestros derechos sin destrozar los de
los demás?. «Incitamos al ciudadano a que trate de obtener respuestas”,
insisten autor y director. Explican Mayorga y Gómez que en esta pieza «no hay
violencia explícita pero sí un horror latente por el alcance de esa violencia
específicamente humana”. «No sé si es una radiografía de nuestro tiempo o
plantea el riesgo de cosas que está aún por venir” aventura Mayorga.

En el montaje, José Luis Gómez ha buscado rodearse de un
equipo técnico con el que ya había trabajado anteriormente: Alejandro Andújar
en el vestuario, José Manuel Guerra como iluminador, el videoartista Álvaro de
Luna y un reparto de actores habituales del Teatro de la Abadía, como son
Israel Elejalde, José Luis Alcobendas, Julio Cortázar, Susi Sánchez, Fernando
Sansegundo y el propio Gómez.